viernes, 20 de diciembre de 2024
Nota de Prensa Rodrigo de Rato Figaredo
RODRIGO DE RATO FIGAREDO
Madrid, 20 de diciembre de 2024
Respecto a la sentencia emitida en el día de hoy por la Sala Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid relativa a la causa que comenzó el 14 de abril de 2015, después de haber leído detenidamente el fallo y a expensas de leer la totalidad de las más de 1.200 páginas de la sentencia quisiera manifestar lo siguiente:
- La Fiscalía y la Abogacía del Estado me acusaban de un total de 11 delitos fiscales, además de blanqueo de capitales, corrupción entre particulares y falsedad documental. Por ello me pedían 70 años de cárcel, 42 millones de responsabilidad civil y 8 millones de euros de multa.
- La acusación se fundamentaba en que yo ostentaba una fortuna oculta en el extranjero. Esa acusación se ha refutada falsa.
- La sentencia me absuelve de 8 delitos fiscales y un delito de blanqueo de capitales.
- La Sala considera que he cometido un delito contra la Hacienda Pública y un “auto-blanqueo” en el año 2006. Informo de mi voluntad de recurrir tal decisión, no solo porque el ejercicio fiscal está ampliamente prescrito, y porque yo no era residente fiscal en España, como es público y notorio, sino porque además, no existe cuota tributaria defraudada.
- El segundo delito fiscal se refiere al año 2013 por facturar trabajos a través de una sociedad profesional, trabajos que han quedado plenamente atestiguados. Con cierta regularidad conocemos casos de personas profesionales, de todo tipo, que facturan sus servicios a través de sociedades y que nunca son acusados por la vía penal, lo que convierte esta condena en un caso singular. Tanto los tribunales como la Agencia Tributaria vienen aplicando esa doctrina de forma reiterada desde hace años, por lo que recurriré en casación esta decisión.
- El tercer delito fiscal de la sentencia se refiere al ejercicio de 2014, también por trabajos profesionales facturados a través de una sociedad, con la singularidad de que en ese ejercicio ni siquiera hay cuota defraudada por haber declarado el cobro de las cantidades en mi IRPF a precio de mercado. Todo lo argumentado para el año 2013 es de aplicación para el año 2014 y por ello recurriré la decisión del Tribunal.
- Sobre el delito de corrupción entre particulares, por el que se establece una condena de tres meses y un día (frente a los 4 años solicitados por la Fiscalía), considero que la condena no es conforme con el tipo penal, que exigía la vulneración de los sistemas de contratación de la entidad, y que los contratos eran los mejores, como así se acredita con la absolución de las adjudicatarias.
Por todo lo anterior, defenderé mis derechos en los correspondientes recursos ante un fallo que me parece injusto y falto de base jurídica. Pese a todo, sigo confiando en la justicia.
miércoles, 18 de diciembre de 2024
Rodrigo Rato en 'Si el Gobierno lo permite'
miércoles, 13 de noviembre de 2024
Conversaciones con Rodrigo - aprender a respirar para vivir mejor
Conversaciones con Rodrigo Rato - Aprender a respirar para vivir mejor (Radio Diversidad) Click aquí para escuchar programa completo
miércoles, 23 de octubre de 2024
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lunes, 7 de octubre de 2024
Conversaciones con Rodrigo - Aprender a contemplarse
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miércoles, 11 de septiembre de 2024
Conversaciones con Rodrigo - El sufrimiento del cambio
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domingo, 8 de septiembre de 2024
lunes, 2 de septiembre de 2024
miércoles, 28 de agosto de 2024
ESPERANDO A LA SEÑORA HARRIS O AL SEÑOR TRUMP
Rodrigo de Rato
29 de agosto de 2024
Trump quiere poner aranceles para bajar impuestos y Harris introducir controles sobre los precios.
Puede que se nos olvide, pero cada cuatro años los norteamericanos eligen su presidente. En
2024, miles de millones de personas han hecho igual a lo largo y ancho del mundo, desde India a
Argentina. Incluso en Rusia o en Venezuela han tenido sus elecciones. Pero, con todos los
respetos, las elecciones norteamericanas son las más importantes. La primera economía del
mundo, con el 50% de los mercados financieros globales, la moneda reserva, más de 90 países
con bases militares, la mayor potencia militar, convencional y atómica... Pero también en artes,
saber, investigación o deporte, lideran.
Nada nuevo desde los primeros años del siglo pasado. Las elecciones norteamericanas de 2024
suponen, sin embargo, un cambio de presidente en todo caso. No había sucedido desde 1978,
cuando Lyndon B. Johnson renunció a presentarse de nuevo. Entonces, la guerra de Vietnam y
una incesante deuda pública esperaban a su sucesor, Richard Nixon. Los norteamericanos, con
él, abandonaron más pronto que tarde Vietnam del Sur y desligaron al dólar del oro con la misma
rapidez.
En 2025, Estados Unidos puede tener planteados dos conflictos militares, Ucrania y Gaza. El
primero está estancado y desangrando a los dos contendientes. EEUU se acaba marchando de
muchas guerras, aunque los europeos tengamos otra experiencia. Creemos saber que Trump es
lo que hará en este caso, si puede. Harris es aún una incógnita. Los más afectados somos
europeos y rusos. A los dos nos vendría bien un cambio de situación, lo que puede no suponer
una paz duradera, pero sí el fin de la carnicería y de la ruina para Ucrania y Rusia.
Por buscar precedentes, en 1980 Irán liberó a los rehenes norteamericanos antes de la llegada de
Ronald Reagan, con el que acabó haciendo contrabando de armas. Pero también Reagan
respaldó una terrible guerra Iran-Irak: diez años y un millón de muertos. Es previsible que tanto
Harris como Trump prefieran tener el tema decidido antes de llegar, que Biden busque dejarlo
cerrado, lo que no supone que el remedio sea peor que la enfermedad.
El caso de Gaza afecta a uno de los más estables compromisos norteamericanos, equiparable a
Europa hasta ahora. La defensa de Israel es todavía hoy un tema de acuerdo entre republicanos y
demócratas. Aquí Trump demostró en su primer mandato una posición claramente proisraelí,
promoviendo una alianza entre judíos y sunitas, el acuerdo de Abraham, que el ataque de Hamás
del 7 de octubre ha conseguido detener. Es fácil aventurar que con Trump las cosas seguirán ese
camino, que por cierto Biden continuó. El todavía presidente busca un alto el fuego. Pero la
catástrofe humanitaria en Palestina y la cada vez más intolerante actitud israelí en los
asentamientos y hacia un posible estado palestino auguran una difícil relación con un presidente
demócrata. No sería la primera vez. Clinton, Obama e incluso Bush II las tuvieron pésimas. Este
tema es aún más difícil de solución que Ucrania, en el que las partes beligerantes al menos no
dicen querer aniquilar al contrario.
El mundo no es el de 2016, cuando Trump llegó a la Casa Blanca. Ucrania ha producido una
alianza de Rusia con China, Corea del Norte e Irán que no existía entonces. Esa alianza tiene
aspiraciones políticas y económicas globales. Otra novedad es que el llamado Sur Global ha
aprendido a jugar con las contradicciones de los dos bloques, como el relativo fracaso de las
sanciones a Rusia han puesto de manifiesto, aunque estas medidas corroen lentamente las
economías, si no que le pregunten a Irán o a Cuba.
La antes descrita estrategia de Trump en el conflicto árabe israelí tampoco está libre ahora de
graves limitaciones por el conflicto y la situación de Gaza. Trump presume que con él no empezó
ninguna guerra.
Ahora, le guste o no, tiene dos y... Taiwán. Su al parecer firme decisión de no contar esta vez con
personas con experiencia superior a la suya no reafirma la confianza en un mundo bien distinto
que en 2016.
Harris no es Biden. Tiene menos años, seguro, pero poco sabemos de lo que opina sobre el
mundo o incluso de la economía norteamericana . A diferencia de Trump, ella parece confiar en el
establishment demócrata, pero como decía Harry Truman "la pelota se detiene aquí". Que hará
Kamala Harris con el mundo es una incógnita, como lo es que hará el mundo con ella. Desde
Obama, Estados Unidos busca centrase en Asia y en especial en China. Obama, Trump y Biden
lo han intentado, pero la realidad ha resultado más difícil.
La existencia de una alianza relativamente compacta alrededor de China, con coqueteos con
Brasil, México e incluso India, indican que Pekín sabe aprovechar sus oportunidades. Trump no
tuvo que buscar alianzas. No era lo suyo. Biden ha sido mucho más fino después de 60 años de
experiencia. Bush II demostró que un presidente norteamericano impetuoso puede acabar
provocando graves crisis militares y financieras al mismo tiempo. Seguramente a eso juegan los
chinos y sus aliados. Una próxima presidencia fallida de Estados Unidos puede ser un difícil trago
para Occidente, y eso no lo evitan las fortalezas innegables de ser el primer país del mundo.
El dólar ya no está ligado al oro. Si lo estuviera, el futuro presidente rompería esa ligazón sin
ninguna duda, con déficits públicos del 6-7% casi crónicos. Trump y Biden han gastado mucho
para salir de la pandemia, primero, y para después garantizar el predominio financiero y
tecnológico norteamericano, lo que han conseguido con una gran cantidad de deuda, cuyos
intereses caminan a sobrepasar el presupuesto de defensa. Pese a todo ello, en términos
financieros, de empleo y económicos está mucho mejor que los demás.
En los últimos 24 años, la zona euro ha perdido competitividad frente a EEUU, que crece tres
veces más desde el Covid; China está instalada en una crisis inmobiliaria inmensa con serios
riesgos de deflación. Además, su modelo de crecimiento basado en la inversión de bienes y su
exportación es insostenible. Estados Unidos es, además, exportador neto de energía y el líder
indiscutible de las nuevas tecnologías. Por cada euro que las empresas alemanas invierten en
casa, llevan diez a Norteamérica. Sea quien sea el próximo presidente, hereda una economía muy
potente. Trump quiere poner aranceles para financiar sucesivas reducciones de impuestos. Harris
introducir controles de precios para proteger la cesta de la compra. Nadie cree que puedan hacer
ni una cosa ni otra, lo que no augura que no lo intenten. Sobre el cambio climático, donde EEUU
es el segundo emisor de CO2, nada se puede esperar de Trump. Harris seguirá las huellas de
Biden: energías renovables hechas en casa.
Parece imposible que la mayor y mejor economía del mundo, con los mejores talentos públicos y
privados a su servicio, ofrezca semejantes recetas. Su sector privado, empresarial, tecnológico y
financiero, confía al parecer en que los lobbies controlan los posibles daños. Máxime si, como
hasta ahora, ningún partido controlara las dos Cámaras. Los demás países tendrán que hacer lo
propio. Hacer lobby en Washington es algo conocido y practicado.
Es reconocido que el más importante debate electoral televisivo fue el primero, Nixon contra
Kennedy. Los que lo oyeron por radio dieron por ganador al primero, los que lo vieron por
televisión al segundo, que fue quien ganó aquellas elecciones. Pero el debate Trump-Biden de
finales de junio de 2024 ya pasará a la historia por provocar la retirada del segundo y puede que
la derrota del primero. Si Trump fuese la mitad de listo de lo que él se cree, nunca hubiera
aceptado debatir hasta después de la convención demócrata. Ya decían nuestros antiguos
griegos que con el destino no pueden ni los dioses. En todo caso, lo único seguro en este tema
es que dentro de cuatro años habrá otra vez elecciones presidenciales norteamericanas. Mucho
más, en estos momentos, no sabemos.
Rodrigo Rato, ex vicepresidente del Gobierno, exdirector gerente del FMI y expresidente de
Bankia