Un informe pericial asegura que Rodrigo Rato no debe dinero a Hacienda

Un informe pericial independiente asegura que el exvicepresidente del Gobierno pagó varios millones a Hacienda

Rodrigo Rato desmonta punto por punto las acusaciones contra él

Rodrigo Rato desmonta las acusaciones de la ONIF

La Audiencia Provincial de Madrid da la razón a Rodrigo Rato

La Audiencia Provincial de Madrid ha archivado una causa de la investigación sobre el patrimonio de Rodrigo Rato.

Injustos con Rodrigo Rato

Artículo de apoyo a Rodrigo Rato.

Rodrigo Rato es absuelto del 'caso Bankia'

La Audiencia absuelve al exvicepresidente Rodrigo Rato

Noticias y Actualidad

Noticias actuales sobre Rodrigo Rato.

Hemeroteca

Pequeña Hemeroteca sobre Rodrigo Rato

viernes, 29 de enero de 2021

El alargamiento del problema lo agrava

Rodrigo Rato 
29 de enero de 2021 


Cuando las vacunas contra la Covid 19 empezaron a distribuirse en el Reino Unido en diciembre muchos pensamos que habíamos entrado en una nueva y mejor fase de la pandemia. Enero 2021 acaba con una situación peor en la mayoría de los países, incluida China donde por primera vez desde hace el pasado marzo se ha producido el confinamiento de millones de personas. Exceptuando pequeños países como Israel la vacunación masiva está resultando muy compleja y lenta, con una Unión Europea humillada en la peor situación. Desgraciadamente el número de fallecimientos se ha acelerado ante la proliferación de nuevas cepas. Todos los países, ahora sin la excepción de Suecia, recurren a crecientes restricciones de movimientos  y confinamientos, con especiales y  graves consecuencias sobre los diversos modelos de negocio basados en la interacción humana. El turismo en España ha pasado de representar más del 12% de la renta nacional al 4%, sin que se haya producido ningún substitutivo sino una intensa caída  general de la riqueza y del empleo.


La duración  de la recesión es desde luego determinante. Los empleos aparcados en suspensiones temporales y remuneradas por el Estado corren el serio riesgo de convertirse en desempleos reales. Las pérdidas empresariales del pasado ejercicio hacen difícil, incluso imposible, aumentar los apoyos  a través de nuevos créditos. Los crecientes riesgos empiezan a ser recogidos por un sector bancario que en la UE ha comenzado a endurecer las condiciones de nuevos préstamos, pese a las generosas ayudas del BCE de 1% negativo en las líneas sin límite que ha puesto a disposición del sector. Los tipos a lo largo de la curva también han empezado a subir, aunque los bancos centrales siguen comprando todo tipo de activos. Las previsiones de inflación han aumentado en Estados Unidos, más de 10 diferentes materias primas llevan aumentando  sus precios durante el pasado año, el pecio del petróleo supera ya los 55$ incluso en una situación recesiva global como la actual.


Tanto Gobiernos como bancos centrales continúan suministrando no solo liquidez sino ayudas directas, con EEUU liderando el esfuerzo con 5 billones de dólares en estímulos, incluida  una segunda ronda de ayudas directas a las familias. La UE ha comprometido los conocidos 750.000 millones que deberían empezar a ser distribuidos en la segunda parte del 2021. China también ha realizado grandes esfuerzos en inversión pública para compensar la caída del consumo privado, con más de 1.5 billones en liquidez. Una sincronización de esfuerzos públicos que satisface a todos los keynesianos. De momento serán EEUU y China los que más crezcan en  2020-2021  según  todas las previsiones. Por su lado  los particulares  no se fían demasiado  y están ahorrando a niveles récord, el 24% de la renta disponible en España. Muchas voces  predicen de unos intensos y alegres próximos años, superado esta última frustración, una nueva Belle Époque. Nuevas fuentes de productividad basadas en la intensidad del uso de la tecnología en todo tipo de negocios podrían ser un serio motor del crecimiento futuro. Pero habrá grandes diferencias entre países, incluso dentro del euro.


La inesperada duración de los confinamientos, con sus inevitables consecuencias de pérdidas de riqueza y empleos, deja una pesada herencia. La gran duda es cómo superarla. Las deudas privadas serán inevitablemente soportadas por unos operadores y no por otros, creando una gran presión social y política.  Las monumentales deudas públicas igualan en todos los países  o son superiores a sus rentas nacionales. Unos piensan que los bajos tipos de interés actuales reducen el coste financiero y social de esta cargas. En todo caso el crecimiento  económico será determinante, pero la vuelta de controles de capitales podrían suceder en cualquier país, ya que las monedas serán un elemento muy sensible en un mundo de grandes deudas. La necesidad de crecer puede ser un elemento de colaboración pero también de enfrentamiento, si la idea de que es un juego de suma cero se asienta, impulsada por la parte social que salga peor parada de estas circunstancias.


Los intentos de responsabilizar a China de la COVID 19 han sido limitados a EEUU, Australia, Noruega y poco más . La UE y los países del Pacífico, salvo India, han firmado recientemente  sendos acuerdos de libre comercio con China pese al claro endurecimiento de su represión interna. De la COVID ni hablar desde luego. La Organización Mundial de la Salud está al fin visitando Wuhan, supuesto lugar de origen de la pandemia. Veremos que conclusiones se obtienen de este análisis. Pero las incertidumbres en el liderazgo norteamericano obligan a muchos a ser precavidos con el gigante asiático,  el primer socio comercial de 124 países de los 190 que conforman las Naciones Unidas. Es más varios temas, no el menor los impuestos de las tecnológicas norteamericanas, enfrentan a los aliados occidentales.


Muchas de estas consecuencias pueden, deben, ser enfrentadas desde la colaboración, la apertura de mercados, el aumento del crecimiento conjunto. Las dos grandes potencias occidentales, EEUU u la UE, parecen ahora coincidentes en la colaboración y apertura con el nuevo equipo en Washington. Pero ambas se resistirán a ser locomotoras de la demanda mundial, con la zona euro mostrando signos de preocupación por una moneda fuerte. China , ya el primer país del mundo en  atraer inversión extranjera, tiene muchas papeletas para tener una moneda fuerte, aunque todos sabemos que pueden y, a veces, quieren intervenir para evitarlo. Un acuerdo a tres de estabilidad cambiaria y reglas transparentes en el respeto a la propiedad intelectual sería de necesidad inmediata. Como lo sería la separación de las tecnologías de cuestiones de seguridad nacional, aunque esto se pondrá peor antes de mejorar si es que  lo hace. EEUU ya debería haber aprendido que su desequilibrio comercial está sobre todo relacionado con su falta de ahorro doméstico lo que la pandemia ha agravado. China por su parte debería disminuir el totalitarismo político, algo impensable con la actual dirección máxime en el año del centenario del Partido Comunista. Por desgracia estos condicionamientos se agudizan ante las urgencias que provoca el agravamiento  actual de la pandemia con sus duras consecuencias sociales y económicas. Los enfrentamientos geopolíticos no siempre eligen el mejor momento.

viernes, 22 de enero de 2021

Intereses reales

Rodrigo Rato 
21 de enero de 2021

 

Será difícil encontrar una persona que no reconozca  el montante de los intereses en una sociedad endeuda como la occidental. Es la esencia de la más básica educación financiera. Desde hace un tiempo como deudores nos alegramos de ver intereses  cada vez más bajos, impensables hace  solo unos años. Algunos índices como el conocido euribor, aplicable a las hipotecas, es incluso negativo. Nuestro Estado emite deuda a 10 años a  tipos cercanos a cero, incluso a tasas negativas a plazo más cortos. ¡¡ Hemos llegado al paraíso del capitalismo: deudas gratis!!  En estas mismas épocas la inflación ha ido decreciendo , menos 0,5 en España el año pasado. Después de tantas décadas de luchar contra el alza de precios es difícil que nos mostremos preocupados por verlos tan débiles. Sin embargo algunas reglas se han modificado respecto a que  tipo de interés  debemos prestar atención  para medir nuestras posibilidades de crecimiento económico. Siempre necesario pero aún mas después de 2020, cuando la riqueza de la mayoría de los países ha retrocedido por primera vez en decenios, siendo la española por desgracia  una de las que más lo ha hecho. 


Precios e intereses  están interconectados y de su relación depende en parte  la efectividad de nuestra política económica para generar crecimiento y empleo.  Los intereses reflejan el  coste de devolver una cantidad de dinero en el futuro, protegiéndose  el acreedor de la erosión causada por la inflación. Por el contrario cuando los precios son negativos a la cifra de intereses que pagamos hay que añadirle  esa caída para recocer su coste real. Así si una pyme española se financió  al 2,5% en 2020, el interés real pagado es del 3%, equivalente a pagar un 4,5%  en las épocas con una inflación positiva del 2%. Todo un poco contra intuitivo para personas habituadas a vivir en economías con precios positivos,  siempre al alza. Así si una pyme alemana paga ese mismo 2,5% de interés pero los precios allí han sido en el promedio del año positivos en 0,5% , el coste real será del 2%, un tercio menos que la pyme española. Lo mismo sucede en la financiación de los Estados, donde España paga intereses a 10 años  reales positivos frente  a negativos en Alemania. Los  tipos de interés en la zona euro son los mismos para todos los países miembros. Pero los efectos son más expansivos, favorables al crecimiento, en Alemania que en España cuando nosotros tenemos una tasa de paro 5 veces mayor. En este sentido la política monetaria del Banco Central Europeo  es menos beneficiosa  para unos países que para  otros, siendo la misma para todos los países euro. 

Nadie podría negar la importancia  positiva que para España tiene en estos momentos la pertenencia al euro. Sin las compras de deuda del BCE estaríamos al borde del colapso financiero, como nos sucedió en 2012. Es responsabilidad de cada Gobierno diseñar una política de crecimiento dentro del euro. No basta con aceptar lo decidido en la Comisión Europea para todos los países. Es cierto que el exceso de inflación nos alejó de la competitividad alemana en los primeros 10 años de pertenencia al proyecto europeo, pero la Gran Recesión de 2010-14 cambió nuestra situación. El tremendo ajuste a nuestros precios y salarios, una considerable devaluación interna, nos mantiene desde entonces por debajo de la media euro, lo que nos ayuda a mantener la competitividad pero a costa de altas tasas de desempleo. Durante 5 años, 2014-18 crecimos sensiblemente por encima de la media euro. Pero en 2020 seremos el país con mayor caída. Vaivenes y desequilibrios  caracterizan nuestra evolución en los últimos 15 años. Lo que ha dejado peligrosas herencias en niveles de paro y deuda pública. 

Sería iluso esperar que todo esto no tenga consecuencias en la situación social y política, con  fuerzas cada vez más  fraccionadas y tendencias  territoriales disgregadoras, basadas en la apuesta que nuevas naciones evitarán el estancamiento, pese a que la experiencia demuestra  todo lo contrario. La salida de esta crisis nos sitúa en una situación peor que la mayoría de los países con los que compartimos moneda. Hasta unos intereses históricamente muy bajos tienen un valor real más alto que el de nuestros socios. Nuestras autoridades económicas tienen un respeto reverencial  al consenso europeo, muchos esperan recalar en sus instituciones, y  desde luego no es fácil el diseño de una política económica alternativa dentro del euro.  El crecimiento relativo de nuestras exportaciones, el éxito de nuestra industria turística, de elementos automovilísticos y otras muchas demuestran que nuestro sector privado es competitivo. La frase “ no hay desempleo en los oficios”, más o menos exacta, la oímos a menudo. Lo más importante que podemos hacer con las ayudas europeas es modernizar nuestros mercados y su regulación. Cuando el  actual Gobierno decide excluir las ayudas europeas de los requisitos burocráticos en vigor la contradicción es obvia: dejar sometida a un sistema ineficiente el 90% de nuestra economía, pero liberar un máximo de un 10%. Esa no puede ser una estrategia ni sostenible no ganadora. 


Las ayudas y los estímulos que vienen de la UE no serán nuestra solución. No pretenden serlo. Ayudarán más a quienes los sepan aprovechar, dentro de estrategias nacionales coherentes y sostenibles; en cierto sentido a los que menos los necesitan como sucede a menudo. El país más beneficiado por  los 20 años del euro ha sido Alemania. Los intereses reales no nos benefician comparativamente, aunque sean los más bajos de nuestra historia.  Hasta Estados Unidos tiene intereses reales  a 10 años menores que los nuestros, también con niveles de desempleo muy inferiores y de crecimiento superiores.  No debemos descartar que Incluso dentro de la UE y del euro podemos descolgarnos. Será muy frustrante, nuestra sociedad reaccionará de formas muy negativas. Ya lo estamos viendo con los separatismos. La COVID 19 está poniendo a prueba el funcionamiento de nuestro sector público, como las calificaciones de la OCDE lo hacen con nuestro sistema educativo o la crisis anterior lo hizo con la calidad de nuestra regulación bancaria. Si grandes partes de nuestro tejido productivo demuestran ser competitivas, quizás el problema esté en la regulación y el funcionamiento de nuestro sector público tanto para los que lo quieren más grande como para los que no. Lo que no tenemos es mucho tiempo. 

viernes, 15 de enero de 2021

Abismo en Estados Unidos

 Rodrigo Rato 
15 de enero de 2021 




No caben muchas dudas sobre el nivel que ha alcanzado el deterioro de la vida política en Estados Unidos. Una de las ventajas prácticas esenciales en las democracias es la superación periódica de los conflictos según la voluntad de los electores va modificando las mayorías. Así las tensiones sociales y políticas van quedando atrás. Pero parece que la derrota republicana del pasado noviembre 2020 no va ser superada. No se trata tanto de las políticas concretas llevadas a cabo por Donald Trump , algunas de las cuales no serán sustancialmente variadas por la Administración Biden, si no del propio hecho de quien sea Presidente. Al mismo tiempo los Representantes Demócratas plantean un juicio político contra Trump a una semana para dejar su cargo, una de cuyas consecuencias, si el Senado lo ratifica, sería impedirle volverse a presentar en 2024. Sería el primer Presidente de la historia norteamericana en ser condenado políticamente.

Muchos países personalizan sus conflictos políticos en líderes concretos, lo que resulta en su incapacidad para resolver los problemas de sus ciudadanos. Es famoso el grafiti en La Paz hace años: “ Banzer vuelve!!” “ A robar!!”. “ Pero vuelve!!!”. Hace doscientos años que los EEUU han descansado en un bipartidismo con todo poderosos Presidentes, que no han reducido sino al contrario su prerrogativas en la llamada “ Presidencial Imperial”, pero limitada en el tiempo. Así junto con el Poder Legislativo, a menudo en manos del partido político contrario al Presidente, ha supuesto un dinámico equilibrio de poderes. 2020 ha sido un año cuando muchas deficiencias del Estado norteamericano se han mostrado abiertamente. La creciente desigualdad económica , una de las mayores de la OCDE, se está agravando con las consecuencias de la COVID la 19, cuyo tratamiento ha convertido a EEUU en el país con más fallecidos pese a ser el que más recursos dedica a la sanidad, en términos absolutos y relativos. No es de extrañar que este “fracaso” público añada frustraciones. 

La suposición de que son ciudadanos negros los que sufren las peor parte de la desigualdad es hoy discutida, ante una gran proporción de blancos con bajos niveles educativos y afectados por la crisis de empleos industriales, también por el escándalo de los opioides de finales de los 1990 que se cobró más de 600.000 victimas. La victoria de Donald Trump en varios Estados tradicionalmente industriales, con un mensaje anti liberalismo comercial y anti élites urbanas, se ha atribuido a ese votante trabajador, con sensación de recibir la peor parte. Hillary Clinton se refirió a los ciudadanos “deplorables”, Barack Obama a los que “leen la Biblia y compran armas”. Joe Biden se cuidó muy mucho de estas referencias despreciativas. Recupero esos Estados para los Demócratas. Incluso ha conseguido el voto mayoritario en Georgia por primera vez en más de 20 años. Pero aún así sus mayorías en las Cámaras son muy estrechas con sólo dos años hasta las próximas elecciones, a mitad de su mandato. En dos años podemos tener un Gobierno dividido en Washington, no por políticas concretas sino por la legitimidad de sus votos. La alarma es lo suficientemente seria para que grandes empresas norteamericanas hayan tomado partido contra los que rechazan la legitimidad del próximo Presidente. Un abandono de su posición tradicional de apoyo a los dos partidos, en mayor o menor medida.

Todo en EEUU hoy transmite urgencia y angustia, justo cuando empieza un nuevo ciclo político. La edad del propio Biden y su reciente reconocimiento que no se volverá a presentar reducen los horizontes. Sus iniciales mayorías parlamentarias pueden darle la ocasión de aumentar el número de Jueces del Tribunal Supremo, también de incluir en el Congreso a territorios demócratas, como Washington DC o Puerto Rico. Operaciones políticas de gran calado, pero nada pacíficas, que tendrá que tomar con celeridad pero cerrando la puerta a amplios consensos.

EEUU no es un país cualquiera. Representa el 25% de la riqueza global, su moneda es la reserva mundial, tiene más de 90 bases militares en otros tantos países (España incluida) y el ejército más poderoso, sus empresas lideran el cambio tecnológico, sus mercados financieros son los únicos globales. Ningún país puede romper sus relaciones con ellos, incluidas China o Rusia. La defensa de Europa depende de su compromiso. Es pues no sólo lógico sino imprescindible tratar de adelantarse a su evolución para todos los demás países. Convertida esta en un riesgo, el problema lo tenemos todos. El entonces Secretario del Tesoro, el tejano John Connaly, le dijo en los 1970 a sus conspicuos colegas europeos «el dólar es nuestra moneda pero es su problema”. Parece que el problema se extiende ahora a la propia credibilidad institucional norteamericana.

El riesgo político estaba habitualmente ligado a países emergentes, con regímenes no completamente democráticos. Pero ya es innegable que EEUU produce hoy una alarma que puede materializarse en 2023 o 2025. Adversarios pero sobre todo aliados saben muy bien lo inmediato de esas fechas. La. cuestión clave es si el futuro Partido Republicano superara su limitada derrota de 2020 o no, lo que a su vez depende de los líderes que lo dirijan y en base a que propuestas. Como bien dice el conocido adagio norteamericano : “todas las políticas son locales”, con independencia de sus repercusiones internacionales. De momento muchos inversores compran bitcoins a 34.000 dólares antes que quedarse quietos o invertir en euros. La alternativa del remimbi visto como se comportan las Autoridades Chinas parece algo para mucho más adelante.

viernes, 8 de enero de 2021

Mercado a ciegas

Rodrigo Rato 
8 de enero de 2021  

El capitalismo siempre ha presumido frente al socialismo de su más eficaz asignación de los recursos, gracias a la interacción de la oferta y la demanda mucho más certera que cualquier planificación. Con la proliferación de los mercados financieros está eficacia incluía la acertada fijación de los precios de los activos y la correcta valoración del riesgo. Esto último cada vez más relevante en economías donde el mercado financiero supera al de bienes físicos en hasta 6 veces como en Estados Unidos. A mayor riesgo mayor demanda de posible beneficio para compensarlo. Pero ese mundo ha llegado a su fin cuando el riesgo y los intereses a pagar por él son establecidos directamente por los Estados, a través de los Bancos Centrales.

 
Lo que viene sucediendo desde 2008, acrecentándose en 2020 para compensar los efectos económicos de la COVID 19, sobre todo en los países desarrollados supuestamente los que gozaban de mercados mejor regulados y más transparentes, con Bancos Centrales independientes del poder político. Es difícil subestimar los efectos de estos cambios. Muchas voces justifican estas circunstancias en un riesgo de estancamiento secular, en una disminución histórica del nivel del interés neutral del dinero, en los peligros de una prolongada deflación. Esta por ver que esta masiva intervención monetaria eleve el crecimiento. De momento respalda altos niveles bursátiles, especialmente en EEUU, y una búsqueda de tasas de retorno en un mundo de intereses bajos o incluso negativos, que afecta a modelos de negocios bancarios y de seguros. 

El bajísimo nivel del coste del dinero y el papel de comprador de primera instancia de los Bancos Centrales favorece a Estados y grandes compañías, no tanto al tejido productivo de menor tamaño. La volatilidad, el tradicional indicativo del miedo, ha prácticamente desaparecido de los mercados financieros. Los creadores mayoristas de liquidez son ahora los Bancos Centrales, cuando era una actividad privada hasta hace meses. 

La crisis generada por la COVID ha agudizado la disparidad a la hora de financiarse entre grandes y pequeños negocios. Aunque estos últimos siguen siendo los responsables de la mayoría del empleo. Las crisis financieras en 2008 y del euro 2010-14 produjeron un aumento de las disparidades sociales, que pueden agrandarse aún más ahora, creando una reacción social cada vez más favorable a los populismos, cuya voluntad de aceptar derrotas electorales es mínima. Pero sin esa disposición el funcionamiento de las democracias se resentirá.

Esta vez en 2020 las políticas de gasto público han acompañado a la expansión monetaria. Todas las economías desarrolladas han desplegado más o menos eficaces programas de ayuda a personas y negocios, con un inevitable aumento de la deuda pública. Sin embargo los mercados no indican riesgos de futuro, no porque no existan sino porque la intervención de los Bancos Centrales los anula. Así vemos que todos los países euro pagan por sus deudas intereses muy inferiores a los de EEUU, la primera potencia económica del mundo. Por buenas o malas razones el riesgo ha dejado de estar en los precios de la deuda pública y de otros activos financieros, con una inundación de liquidez serán las monedas las que acabarán reflejando el verdadero riesgo.

Una de las ventajas del capitalismo, su eficacia en la asignación de recursos, ha disminuido sino desaparecido. Bien es cierto que la política económica debe estar al servicio de los ciudadanos y no al revés. Desde luego una debacle social debe ser evitada como principal responsabilidad para los gobernantes. Estas políticas a corto tratan precisamente de hacer eso, movilizar la necesaria liquidez pero a precios irreales. El futuro está siempre por escribir. Posibles avances tecnológicos pueden revolucionar positivamente la productividad. Hay voces, en la zona euro, que ya piden una condonación de las deudas por parte de los Bancos Centrales. A grandes males grandes remedios. Lo que no cabe duda es que estamos entrando un un escenario desconocido sin poder medir sus riesgos.

Nuevas teorías económicas como la llamada Moderna Teoría Monetaria nos hablan de una gran oportunidad sin riesgos inflacionistas de utilizar el gasto público, eso sí con políticas eficaces las que han demostrado ser difíciles de conseguir. Pero sin ellas la marea de liquidez no será rentable. Es imposible que circunstancias económicas tan nuevas incluso extremas no modifiquen los mapas políticos. Grandes financiaciones coincidentes con históricas desigualdades sociales, transformaciones de los mercados laborales impulsadas por nuevos modelos de negocio, exigirán respuestas políticas que todavía no conocemos. El siglo XXI es desde nuevo una nueva época. Estemos atentos, aunque no sea con los instrumentos tradicionales. 


viernes, 1 de enero de 2021

Un país sin agenda


Rodrigo Rato 
31 de diciembre de 2020 
Después de un siglo y medio de búsqueda de su destino, con 4 guerras civiles y la pérdida de sus últimas colonias, España empezó un nuevo camino en los 1950.  Primero una economía moderna, después los primeros derechos sociales . En 1970 la búsqueda de integrarse en el proyecto europeo, la democracia, el fin de la dictadura. Solo algunos países han conseguido objetivos tan ambiciosos. Italia y Japón primero, Corea del Sur y Singapur después. Pocos para los 193 países que constituyen hoy  las Naciones Unidas. Somos una sociedad de éxito, con unos difíciles últimos 12 años, en que resultamos el  país desarrollado  peor parado de la Gran Recesión causada por la crisis financiera de 2008, con la excepción de Grecia, y en la crisis generada por la COVID 19 estamos a la cabeza de la cola. La llamada maldición de los países en desarrollo se refiere a sociedades que consiguen salir de la pobreza pero no llegar a ser plenamente desarrolladas. Entonces empiezan a ir para atrás, con poblaciones crecientemente  frustradas. A la mayoría de estos países  les acaba pasando. También sociedades desarrolladas retroceden como los casos de Italia o Grecia en los últimos 20 años.   


España hace 10 años  tenía una sociedad relativamente igualitaria, pero una constante pérdida de riqueza ha afectado a las desigualdades. Sus coeficientes de educación y competitividad se reducen, doblando el nivel  occidental de abandono escolar, su nivel de paro estructural es también el doble de la media de la zona euro, más de 4 veces el de Alemania u Holanda. Su mercado de capitales es el que peor ha reaccionado a la actual coyuntura originada por la Covid 19, exceptuando una vez más a  Grecia. Nuestro crecimiento potencial no llega al 1,5% anual. Cualquiera esperaría un ambicioso programa de reformas.  


En estos días finales del año es un buen momento para atender a la agenda política del próximo. ¿Qué vemos? Se ha modificado por novena vez nuestra ley de educación , pero no para atajar el fracaso escolar o el deterioro de los conocimientos matemáticos , sino para  poder excluir al español del currículo escolar. Llevamos 40 años tratando de resucitar lenguas como el euskera, el gallego, varias modalidades de catalán, el bable o la fabla. En este periodo nadie en el Mundo o incluso en España ha mostrado el menor interés en aprenderlas. En las respectivas Comunidades Autónomas parece que es ahora necesario para su supervivencia la exclusión del español, la primera lengua mundial de la Unión Europea después del Brexit, la lengua extranjera más demandada en Estados Unidos. Nadie parece querer decir que con estas políticas lingüísticas lo que es seguro es la disminución de la empleabilidad de los que utilicen allí la educación pública., es decir mano de obra cautiva en un mundo global. Todo  ello promovido por los partidos de izquierdas.  


Otro tema que domina nuestra actualidad es que después de 8 años de pérdidas relativas de riqueza Cataluña parece que va a celebrar elecciones autonómicas en febrero bajo el tema de una independencia ilegal e imposible. Dos meses después del Brexit nada modifica el debate político catalán. Nadie se pregunta quién pagará las pensiones en un sistema de reparto. Parece no haber otro  otro tema, que a su vez es aceptado por el Gobierno Central como parte de sus objetivos políticos inmediatos. Como no  los efectos económicos  y sociales de la pandemia  están  presentes en los planes españoles, se pretende que sean propietarios e inversores los que hagan » solidaria» la política del Gobierno. Es la solidaridad no la resolución de la crisis lo que centra la atención  en una sociedad con más de 13 millones de personas que reciben prestaciones públicas en la actualidad. No importa la seguridad jurídica o las expectativas para la inversión o el empleo, no se identifica el crecimiento como la primera necesidad económica cuando lo que se pretende es repartir el trabajo y los salarios ya existentes. En 2008 y 2009 las autoridades españolas apostaron por evitar la crisis financiera subiendo salarios mientras la economía caía, igual que Franco en 1973 con  el primer shock petrolífero. En ambos casos, España sufrió las peores consecuencias. Ahora parece que desde el Gobierno se apuesta por la misma estrategia. 


La futura  financiación del gasto público no es abordada pese a que los efectos de la crisis sobre la recaudación tributaria, sobre todo en el Impuesto de Sociedades, serán profundos y duraderos. La crisis anterior redujo su capacidad recaudatoria a la mitad, una importante parte de nuestra incapacidad para reducir el déficit público  aún con varios años de intensos crecimientos y creación de empleo. No esperemos menos esta vez, lo que convertirá la aportación de esta figura tributaria en no más de 15.000 millones de euros anuales. No parece haber alternativas a la vista. Nuestros dos sectores más relevantes, el turismo y el automóvil están en profundas crisis. Es desde luego difícil exagerar la importancia de esta legislatura. Pero su agenda oficial está en otras prioridades. Cuando la tensión social obligue a cambiarla habremos perdido más de la mitad del tiempo. Los ciudadanos tendrán entonces muy menguada su confianza en sus dirigentes. A partir del 2023 entraremos en dos años electorales, sin margen ya para realizar nada nuevo, mucho menos exigente con los intereses creados. En verdad se está dejando la resolución de la crisis para otra legislatura con la esperanza que la Unión Europea nos compense de nuestras carencias. Estrategia a todas luces muy arriesgada