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jueves, 25 de febrero de 2021

Historia de dos ciudades

Rodrigo Rato 
26 de febrero de 2021   


Febrero de 2021 se cierra con el firme compromiso del nuevo Gobierno norteamericano de “ ir a lo grande”(“ act big”) declarado por su flamante Secretaria del Tesoro Janet Yelen, la primera mujer en serlo después de haberlo sido antes Presidente de la Reserva Federal, todo ello como colofón de una impresionante carrera académica. La mejor de los whaps, no se puede pedir más. Pero nada asegura el éxito. Yelen apunta a movilizar hasta el 30% de la renta nacional, incluido lo realizado por su antecesor, de la mayor economía que ha habido en el mundo. Súmenle un 9% de apoyos monetarios desde la FED. Decisiones que entierra 30 años de confianza única en el sector privado para generar crecimiento, que comenzó en 1980 después de los fracaso de una década de inflación y bajo crecimiento. La economía mundial es desde luego bien distinta hoy que hace 40 años, durante los cuales entre otras cosas los bonos soberanos subían de precio ininterrumpidamente mientras bajaban constantemente los intereses. ¿ Será esta apuesta por la omnipotencia del gasto público el comienzo de una nueva era? Aunque solo sea por el saldo creciente de deudas, si lo es. El déficit público de Madame Yelen en su primer año de gobierno rondará el 14% de la renta nacional. Big de verdad.

Casi en los mismos días, a varios miles de kilómetros hacia el este, otro septuagenario ex banquero central y también privado, alto funcionario de finanzas, aceptaba las riendas de la tercera economía del euro, Italia. Mario Draghi ya había marcado la historia de la política económica europea prometiendo “ hacer lo que hiciera falta para salvar el euro y, créanme , será suficiente” en julio de 2012. Con esa frase y lo que vino después Draghi movilizó el balance del Banco Central Europeo para acabar con la crisis de deuda soberana , que la austeridad impuesta por Alemania había agravado. Desde su despacho de Frankfurt demostró que se podía hacer algo diferente y efectivo. No muy distinto de lo que el antecesor de Janet Yelen en la FED había puesto en marcha como respuesta a la Gran Recesión de 2008.

El nuevo Primer Ministro italiano ha centrado su programa en la búsqueda de una sociedad más justa y mejor, cambiando su sistema tributario para que salarios e ahorro paguen menos, aumentar la inversión, mejorar la educación y modernizar el Estado. Un programa de confianza en el sector privado que busca aumentar el crecimiento italiano, que hoy por hoy produce per capital lo mismo que en 1998. Dos ciudades, Washington y Roma, buscando un nuevo camino para sus economías después de la COVID, pero también para superar las frustraciones y divisiones sociales generadas por la anterior crisis. Norteamérica busca en la contratación privada volver al pleno empleo, pero ahora con 15$ la hora de salario mínimo, sin deudas de los universitarios y con una economía verde. Roma cree que de la flexibilidad y la eficiencia vendrá un crecimiento inclusivo que elude a Italia desde hace más 2 decenios.

Hace años habríamos destacado la diferencia en la estabilidad política entre una y otra. Pero en 2021 las dudas sobre el sistema político norteamericano son una realidad. Por su parte Draghi tiene detrás de sí a todos los partidos políticos. Nadie sabe por cuánto tiempo. Solo por el tamaño lo que haga Yelen nos repercutirá a todos. Una economía norteamericana gastona, aún con un dólar débil, es la locomotora que todo el mundo espera. Además ahora, a diferencia de antes, no será necesario el ahorro chino para financiarla, la FED lo comprara todo. Así los dólares recién impresos inundarán el mundo. Italia no pretende tirar de los demás países euro, al contrario busca venderles más e incluso quitarles exportaciones. Es bien distinto, pero representa el más serio intento de reparar una creciente y amenazadora división de la zona euro, entre el norte y el sur. Muy importante también, no solo para Europa.

No todo puede salir bien. Roma puede devorar a Draghi como antes lo hizo con Monti, Ciampi, Dini, todos ellos ilustres tecnócratas del Banco de Italia. El respaldo de la Unión Europea es máximo en el año que Alemania eligirá un nuevo Canciller, el próximo septiembre. Para entonces el riesgo de una salida a varias velocidades de la COVID puede dominar el debate europeo, sobre todo en la zona euro. En 2021 los distintos márgenes de gasto público entre países se están manifestando con manera rotunda. En EEUU varios insignes economistas de centro izquierda avisan de un exceso de impulsos que amenaza con acabar en un recalentamiento, con la amenaza de una subida de tipos que aborte la recuperación. Roma y Washington plantean en estos principios de 2021 planteamientos ambiciosos, incluso novedosos, no ya solo para superar las consecuencias de la COVID sino las políticas macroeconómicas a ambos lados del Atlántico. Sus consecuencias serán trascendentales. Buena suerte. 

domingo, 21 de febrero de 2021

Palancas y presiones

Rodrigo Rato 
19 de febrero de 2021   

Tucídides nos contempla desde más de 2500 años recordándonos no solo los riesgos de enfrentamiento entre el poder declinante y el emergente, sino  que la guerra se produce por” el miedo, el honor o la ventaja”.  La reciente visita del Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, a Moscú ha realzado la importancia de la tercera causa, la ventaja. Poca o ninguna tenía la UE al visitar Moscú a los pocos días del nuevo encarcelamiento del opositor Navalny, en un acto inadmisible para Occidente. Todavía peor, el sr Borrell mezcló el tema de las vacunas en su intervención pública junto al Ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov , reforzando la impresión de quien tenía la  ventaja. Circunstancias parecidas acompañaron las tensiones entre Donald Trump y Xi Jingpin los últimos dos años, salvo cuando el Presidente  norteamericano amenazaba a una empresa china concreta con impedirle el acceso al mercado del dólar. Difícil de compaginar la seguridad jurídica de los inversores  con la Razón de Estado en una democracia liberal.

La interacción económica era la esperanza de ir suavizando el totalitarismo con el libre comercio, sobre todo en China. Pero 2020 ha decepcionado mucho en este aspecto. Mientras que tanto EEUU como la UE firmaban ambiciosos pactos comerciales con China, sus autoridades endurecían las libertades en Honk-Kong, Sinkiang  y presionaban militarmente a Taiwán. Rusia por su lado nunca ha pretendido ser  en economía más que un exportador de materias primas, vecino de una Europa sedienta de gas. La ventaja militar Europea no existe, con sólo un país con armamento nuclear y capacidad de intervención fuera de sus fronteras, Francia. Era y sigue siendo el paraguas norteamericano la verdadera ventaja, pero no es propiedad de los europeos. 

Tanto los mercados europeos como los norteamericanos son imprescindibles para cualquier economía del Mundo, pero no está claro que esto sea una ventaja  sino  más bien una mutua dependencia. En la Guerra Fría los mercados estaban prácticamente cerrados a los adversarios, solo había la presión militar. Después  Occidente ha ido  librando guerras foráneas, como Afganistán o Siria, con resultados desalentadores. China en realidad no mantiene conflictos militares, salvo en su frontera con la India, aunque nadie duda de su creciente capacidad militar y ,lo que es tan importante, su voluntad de  recurrir a ella. También ha demostrado una capacidad totalitaria de utilizar el comercio  como presión. Rusia  por su  parte parece especializada en intervenciones militares semi encubiertas como en el Este de Ucrania, Siria o Libia, demostrando una eficacia sorprendente. 

Estados Unidos y sus Aliados tienen importantes estructuras comunes  de defensa desde hace mucho tiempo, pero ni los resultados ni la voluntad están en alza. Se le puede echar la culpa a Donald Trump de haber enfriado las relaciones con Europa y Asía. Cierto o no, la realidad es que todos los países involucrados albergan grandes dudas sobre el grado de compromiso en una situación extrema de los demás aliados. Siendo el caso turco un tema a parte, y malo, que tanto en Libia como en Azerbaiyán  está más cercano a los rusos. Las supuestas ventajas norteamericanas y europeas han disminuido a todas luces respecto al único país islámico miembro de la Alianza Atlántica. 

Después de más de dos decenios de predominio de la economía la geopolítica ha vuelto, con su feo aspecto de que la fuerza es lo que predomina. La debilidad de Occidente es palpable cada vez que sabemos de un ataque cibernético, ora ruso ora chino. Tanto europeos como norteamericanos no creen que nadie les vaya a atacar militarmente, calculando  además que  son demasiado ricos para estropear las relaciones. Los europeos tienen alianzas militares, los norteamericanos fuerza.  ¿ Son estás suposiciones sostenibles? China desde luego no es un riesgo militar creíble  para cualquier de ellos, con los equilibrios actuales. Rusia parece más interesada en sus vecinos limítrofes. Pero ambos utilizan  con resultados la fuerza  cuando les conviene. EEUU lo hacía pero con fallos crecientes. Los  europeos se despidieron de esas tácticas en sus últimas guerras coloniales, en los distantes 1960. No es la primera vez en la historia en que las sociedades prósperas creen erróneamente tener una ventaja. Cuando llegue el momento se verá. Entonces quizás sean el miedo o el honor los desencadenantes de conflictos que los equilibrios de las respectivas ventajas no son capaces de evitar. 

viernes, 12 de febrero de 2021

Unas cosas pasan, también otras

Rodrigo Rato  

12 de febrero de 2021   




Desde 2009 la política monetaria está experimentando grandes e históricos cambios, al mismo tiempo que se adentra en terrenos desconocidos y hasta casi contrarios a sus mandatos legales. Desde los 1990 sólo el Banco de Japón había intervenido comprando deuda pública sin haber conseguido salir de la deflación. La adopción en 2009 por parte de la Reserva Federal de compras de deuda, primero pública y después también privada, le dio a estas políticas la respectabilidad de lo inevitable. En 2014 el Banco Central Europeo avanzó por los mismos derroteros, por los que con peculiaridades todos los bancos centrales de los países desarrollados están transitando. Compra masiva de deuda, de acciones, control de la curva de tipos, introducción de tipos de Intervención negativos para la liquidez que dan a los bancos. Así los mercados financieros han dejado de responder exclusivamente a las reglas de oferta y demanda basadas en fundamentales económicos. Buen ejemplo de ello es el tipo de interés de las deudas euro totalmente alejadas de la realidad o que el 30% de la deuda mundial con grado de inversión tiene ahora tipos negativos. 


La Covid ha llevado a incrementar estas políticas, que así llevan ya más de 10 años en EEUU y en Japón, a lo que se ha sumado grandes paquetes de estímulos fiscales orientados a compensar la caída de la actividad. Las realidades son distintas en cada país con EEUU a la cabeza, superando en 6 veces los estímulos de Obama en 2009. La inmensa liquidez generada por las combinaciones expansivas fiscales y monetarias también han llegado a muchas materias primas con sus precios subiendo desde hace meses, a las curvas de tipos de interés desplazándose al alza, a las perspectivas de inflación, las más altas en la zona euro en 5 años. Pero también a nuevos movimientos especulativos sobre acciones, cripto monedas y activos refugio. Las expectativas sobre monedas nacionales sobrecargadas de deuda pública, cuyo respaldo es la confianza, se erosiona. Históricamente los Estados han pagado sus excesos de deuda con inflación y depreciación de las monedas. ¿Por que tendría de ser distinto esta vez?


La tecnología también juega un papel en la creación de liquidez al permitir la aparición de mercados para todo tipo de productos con solo acceder a la red. Especulación y riesgos de sobrecalentamiento que se manifiestan de manera acelerada, con unos reguladores públicos sobrepasados. Los pequeños inversores norteamericanos derrotan a los especuladores institucionales apostando contra ellos respecto a unas determinadas acciones, con independencia de su valor fundamental. No es fácil ya saber si la FED subirá tipos con inflaciones del 2,5%, del 3% o de más. Máxime cuando con un nivel de deuda pública norteamericana en récords incrementar su coste sería recesivo, inasumible para un Presidente Biden con poco tiempo para dar resultados. Más de 100 economistas europeos le piden al BCE que condone la deuda de sus Estados, haciendo realidad el temor atávico de los países del Norte: pagar de su bolsillo las deudas de un Sur indisciplinado. No parece que los firmantes de ese documento piensen en hacer más fácil la Union Fiscal en la zona euro. Varios candidatos a las próximas elecciones catalanas plantean la condonación de la deuda. Pronto lo veremos en los debates de la Carrera de San Jerónimo con repercusión en la credibilidad financiera española.  


Es cierto que nuevas condiciones demográficas y tecnológicas llevan tiempo reduciendo los riesgos inflacionistas. Viejas relaciones entre empleo y precios pueden haber cambiado. Las compras de activos por los bancos centrales desde 2009 no generaron presiones de precios. Sin embargo el fin de la relativa austeridad fiscal para luchar contra la Covid ha multiplicado los estímulos, lo que es necesario pero puede tener consecuencias. La suspensión temporal de las ortodoxias monetarias, financieras y fiscales ha sido una necesidad y un reconocimiento de la prioridad del proteger a los ciudadanos. Lo que no excluye que avanzamos en territorios desconocidos, donde la vuelta a equilibrios se hará necesaria. Vivimos tiempos extraordinarios que exigen medidas extraordinarias por definición insostenibles en el tiempo. Aceptar que el futuro de las políticas macroeconómicas será distinto es necesario pero también genera desconfianzas. Excesiva liquidez y reducción de la confianza es el mejor caldo de cultivo para lo incontrolable. Habrá un antes y un después macroeconómico a 2020.

sábado, 6 de febrero de 2021

Lentitudes europeas

Rodrigo Rato  
5 de febrero de 2021  

Henry Kissinger se preguntaba hace más de 40 años “¿Cuál era el teléfono de la Unión Europea ?” para poder hacer acuerdos geopolíticos como los que él hacía con Rusia o China, con la petulancia que solo un judío alemán, profesor de Harvard, es capaz. Desde entonces la UE ha aumentado a 27 países, en el proceso de integración política voluntaria  de Estados soberanos  más importante de la historia, que ha dado lugar a la mayor zona  de la actual economía global, que representa el ejemplo de derechos individuales unidos a  más alta integración social. En 2020 la UE ha reaccionado de manera histórica ante la COVID 19, resuelto satisfactoriamente al Brexit y firmado un acuerdo comercial con China y Japón respectivamente. En 2019  estableció reglas para la defensa de la intimidad en las nuevas tecnologías que sentaron  un precedente para todo el mundo. Son desde luego motivos para sentirnos orgullosos de ser europeos, aunque sigamos sin tener un sólo jefe que conteste al teléfono.


Por su parte China y Estados Unidos crecerán más y crearán más empleo en 2020-21, su dominio de los avances tecnológicos es total, sus esfuerzos fiscales para superar la actual crisis son mucho mayores que los de la UE. La defensa europea depende de la fuerza y tecnologías militares de Estados Unidos, los mercados financieros europeos  son muy inferiores a los norteamericanos mientras China va avanzando en ese campo, pese a no tener ni un estado de derecho homologable ni una moneda convertible. Los europeos ahorran pero invierten en Asia y EEUU. En cierto sentido las importantes medidas económicas decididas en julio de 2020 son una respuesta para evitar los grandes errores cometidos por la UE en la crisis anterior, 2010-2014, pero se quedarán cortas en la actual. De momento no se harán realidad hasta al menos el verano de 2021 como respuesta a la mayor crisis social y económica desde la II Guerra Mundial, mientras EEUU habrá ya puesto en marcha estímulos fiscales por 5 billones de dólares  lo que le permitirá recuperar los niveles de renta  de 2019 a mediados de este año. China  por su parte crecerá según las estimaciones internacionales al mayor ritmo en 10 años en 2021 sin haber decrecido en 2020.


¿Va la UE bien? Viendo el asalto al Capitolio norteamericano del pasado enero la respuesta parece obvia. No se trata de dar al momentáneo fiasco de la obtención de vacunas contra la COVID 19 una importancia que no tiene, pero si de contemplar las respuestas europeas actuales no tanto  en comparación a lo hecho antes como en función de los que es necesario para el futuro. Una y otra vez se repite que “ Europa avanza en las crisis” lo que no es más que hacer  lo necesario para sobrevivir. Son  sin embargo las carencias actuales  las que marcaran una gran parte del futuro. China y EEUU no están carentes de ellas, la UE tampoco. Hoy hay consenso en que ellos dominaran el futuro tecnológico, financiero, militar y político. ¿Debe esto preocupar a la UE? ¿ Basta con convertirse en una reserva de la civilización?


Por varias razones la geopolítica va aumentando su dominio según el mundo de reglas universales para todos va quedando atrás. No es tanto EEUU como China los que defiende el poder del más fuerte, aunque no sabemos todavía si la excepción en la política norteamericana será Trump o Biden.  No olvidemos que EEUU ha defendido siempre la excepcionalidad de sus leyes y su extraterritorialidad.  No es extrañar que la UE sea firme defensora del multilateralismo, aunque con voces contrarias que lo perciben como un ataque a la integridad nacional. Reglas y sistemas de solución de conflictos multilaterales convienen a todos, como el propio Trump comprobó al intentar cerrar un acuerdo con China hace un año. Que el gigante asiático aceptase, en 2003 al entrar en la Organización Mundial de Comercio, el orden internacional no era tan mala idea, incluidas sus trampas.


No es fácil que la UE quiera y pueda ser un gigante militar. Pero su influencia económica, financiera y social le da mucho juego en la geopolítica mundial. El euro es la única alternativa al dólar como una moneda reserva con las máximas garantías, pero sin un mercado de capitales integrado su capacidad  actual de atraer ahorro mundial es reducida. La emisión de bonos europeos para financiar el presupuesto extraordinario contra la COVID 19 es un gran paso en esa dirección, pero que llega con más de 10 años de retraso. Si es el único  su importancia se reduce. La Unión Bancaria lleva otro tanto esperando la aprobación de un seguro colectivo de depósitos. La tecnología finitech y el blockchain están llegando antes, condenando al sector bancario europeo a la obsolescencia. Tecnológicamente la UE está retrasada sin una sola firma global, en parte por la carencia de un verdadero Mercado Único, objetivo que está  ya en su segundo decenio. Financiación y tecnología en gran escala definen ya una gran parte del presente, para empresas flexibles con mercados inmensos. La UE está retrasada en ambos ámbitos. En cierto sentido sabemos que  el mundo se dividirá  entre los países que dejen atrás las consecuencias de la COVID 19 y los que no. China y EEUU lo habrán hecho en 2021. La UE no lo habrá conseguido todavía. El estancamiento fue el verdadero gran problema de la crisis anterior. Es así de simple.