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Un informe pericial independiente asegura que el exvicepresidente del Gobierno pagó varios millones a Hacienda

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viernes, 28 de septiembre de 2018

Un Estado confederal también tiene pasivos

Rodrigo Rato
28 de septiembre de 2018

La política de identidades lingüísticas-territoriales amenaza con devorar la España unida, el Estado nacional más antiguo de Europa. Pero torres más altas han caído. Las identidades (lingüísticas, religiosas, raciales, sexuales,…) avanzan en el mapa político de muchos países en detrimento de las ideologías del siglo XX. Muchos ciudadanos se inspiran en alguna identidad para buscar líderes o partidos que les prometan su triunfo, o cuando menos su relevancia. Esta tendencia es visible en muchos países desarrollados, especialmente después de la crisis económica de 2008 con su secuela de disparidades económicas, pero también con la pérdida de confianza en el mercado como asignador eficiente de recursos.

Para los españoles el riesgo de la división nacional es una desagradable sorpresa. Las cesiones de autogobierno establecidas en 1978, desde el todopoderoso Estado central de entonces, eran la segura garantía de una armoniosa convivencia entre los ciudadanos. Para Cataluña y el País Vasco ya sabemos que no es así. Pero la valoración política identitaria de la lengua existe también, con mayor o menor intensidad, en Valencia, Baleares y Galicia.

El proceso autonómico fue en muchas partes de España de arriba a abajo: las élites políticas lo plantearon a los ciudadanos sin quórums mínimos de participación. Incluso en Cataluña el Estatut inicial tuvo un resultado incierto en Tarragona, el andaluz en Almería y el madrileño nunca fue sometido a referéndum. Las sucesivas modificaciones continuaron haciéndose sin mínimos de participación. El Estado nacional ha continuado otorgando coberturas sociales, financieras, de seguridad e internacionales. A más autogobierno no ha correspondido mayor responsabilidad. No hay hasta ahora riesgos reales a las pretensiones independentistas.

Ahora se quiere utilizar el mismo sistema para pasar de un Estado nacional a otro confederal. Los políticos identitarios pretenden no responder más que ante sus Parlamentos, pero las coberturas nacionales en pensiones, desempleo, sistema financiero, relaciones con la Unión Europea, el resto del mundo, la seguridad interna y externa, deben seguir. Unas expectativas de paternalismo español que se compadecen mal con exaltadas afirmaciones nacionalistas. Se pretende que la evolución natural del Estado de las Autonomías es uno confederal. Pero no es ni puede ser así.

Para empezar, el consenso, más o menos pasivo, de la existencia de las Autonomías no existe para un Estado confederal ni dentro de los territorios afectados. No puede imponerse a los ciudadanos vascos o catalanes dejar de vivir en el Estado español en base a participaciones minoritarias. Los ciudadanos de un país democrático, respetuoso con el imperio de la ley, no tienen la obligación de participar en elecciones constitucionales. Si no lo hacen tienen la garantía que su estatus básico legal no cambiará. En la UE no hay obligación de votar para saberse protegido.

Pero además los ciudadanos a los que se les plantee la posibilidad de una confederación debe explicárseles quién responderá de la prestación de los servicios esenciales del Estado: sociales, financieros, bancarios, de seguridad, de relaciones internacionales comerciales, económicas, de seguridad. No puede tratarse sólo de tener Embajadas, representación exterior, tribunales y agencias tributarias propios, de convertir en perpetua la deuda autonómica. Estas últimas son desde luego manifestaciones de soberanía, pero hay que pagar pensiones, desempleo, emitir deuda soberana, garantizar seguros o depósitos bancarios, tener tratados comerciales, de defensa, medioambientales y un largo etcétera para ser un Estado soberano verdadero.

Todo apunta a que, nos guste o no, los españoles tenemos delante de nosotros pretensiones identitarias, alrededor de la lengua, que plantean la división de España. Puede que sea legítimo hacerlo, al menos en la España actual. Pero nadie puede sorprenderse de que ello cambie las reglas y no sólo en una dirección. Para empezar esta situación debe ser tenida en cuenta en las decisiones institucionales, financieras y competenciales que se tomen de ahora en adelante. La pretensión de que sólo unos tienen derecho a plantear la modificación de la situación establecida es una ley del embudo inaceptable y ridícula. Los ciudadanos necesitan hoy garantías claras de que sus derechos están protegidos, que no pueden verse afectados por minorías identitarias por mucho que sus políticos quieran ser ” padres” de una nación soñada.

viernes, 21 de septiembre de 2018

Reparto de puestos europeos

Rodrigo Rato
21 de septiembre de 2018

El verano que está a punto de acabar ha tenido su ración de noticias con transcendencia internacional: desde Turquía y Argentina, Venezuela, las dos Coreas, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y bastante más: Pero con sorpresa también hemos sabido que Alemania no aspiraba a presidir el Banco Central Europeo (BCE), la institución con más poder real de toda la Unión Europea (UE).

La actuación del BCE en la resolución de las dos crisis del euro (2010 y 2012) es reconocida como crucial y acertada por todos, con la sonora excepción del Bundesbank alemán. De cara al futuro, las crisis no han desaparecido, como el actual presidente del BCE lleva días recordándonos, para insistir en que la zona euro necesita que el ahorro fluya libremente y en tener un fondo fiscal para crisis. Ambas medidas son anatema para el Bundesbank. La aparente renuncia de Alemania a que su actual presidente, Jens Weidman, se postule para la presidencia del BCE es pues una buena noticia. La influencia alemana en el diseño inicial de las funciones del BCE, estabilidad con reducción de precios exclusivamente, le costó al euro su segunda recesión cuando en 2011 subieron los tipos de interés por miedo a la inflación, como hicieron en 2008 semanas antes de la caída de Lehman Brothers.

Alemania parece en cambio aspirar a la presidencia de la Comisión Europea en la figura de Manfred Weber (presidente del Grupo Popular del Parlamento Europeo), pese a llevar años tratando de reducir su papel en favor del de los Estados. Un tema que tampoco es menor. En esa presidencia, Alemania tendrá que definir su posición sobre el diseño futuro de la UE después de Donald Trump y el Brexit, junto al manejo de los enfrentamientos políticos con los Estados miembros del Este, la inmigración, las relaciones con Rusia pero también con EE UU, por solo mencionar algunos desafíos.
Alemania, después de configurar su Gobierno salido de las elecciones de septiembre de 2017, se suponía que iba a unirse a Francia en propiciar un impulso al proyecto europeo.

Pero no parece que el “caldo” doméstico esté para bromas europeístas, ni en materias relacionadas con el euro ni en cuestiones políticas. El nuevo Gobierno alemán se niega a aumentar su gasto militar, pese a los compromisos asumidos con la OTAN, ni su inversión doméstica pese a tener un superávit de ahorro del 8% del PIB, ignorando las críticas de la propia Comisión o del Fondo Monetario Internacional.

Una cosa es aspirar a la presidir la Comisión Europea y otra conseguirlo. Alemania seguramente contará con el respaldo del Partido Popular Europeo (PPE), hasta ahora el mayoritario del Parlamento. El PPE se ha venido repartiendo el poder con el Partido Socialista Europeo hasta las elecciones de 2014. Pero en los comicios europeos de 2019 no solo el proyecto que representa Emmanuel Macron sino la derecha nacionalista tienen la intención, y también las posibilidades, de romper el bipartidismo, con los Verdes y Liberales por su parte avanzando posiciones. Es muy probable que el fraccionamiento que estamos viendo en muchos países europeos se manifieste también en el futuro Parlamento Europeo y por lo tanto en la eleccion de la Comisión. ¿Qué tiene Alemania que ofrecer para ser primus inter pares? Históricamente, su ambición nacional coincidía con la integración europea, pero las crisis de 2010 y 2012 han hecho a muchos dudar de que sea así. Por primera vez la UE y la zona euro se dividieron entre prestamistas y prestatarios, quizás inevitablemente dada la naturaleza financiera de la propia situación. Pero la imposición de las recetas alemanas de austeridad y recortes en momentos de extrema debilidad del crecimiento, solo fueron sostenibles con la llegada de Mario Draghi a la institución monetaria.

Alemania es un país con exceso de ahorro, debilidad inversora pública y privada y relativa rigidez en sus mercados domésticos, incluido el financiero. A ellos les va bien, con baja inflación, deuda y desempleo, pero su modelo no es extensible a países con altos niveles de endeudamiento, pero con los que comparte una moneda común que le proporciona a Alemania un mercado doméstico de 400 millones de consumidores, aunque con una moneda relativamente débil. Además de otorgarle al bono alemán el rango de único activo sin riesgo de toda la zona euro.

Hay otras ambiciones en juego, desde luego. Los países del Este proponen un candidato socialista para la presidencia de la Comisión, Markus Sefconic, mientras los franceses juegan una vez más a hacer inevitable la presidencia de un francés –quizás francesa– del BCE, lo que daría a dos países grandes (España y Francia) la presidencia y la vicepresidencia de la institución euro, con un irlandés como principal candidato a ser economista jefe. Todos ellos tendrán que pilotar la desaparición de la compra de deuda el próximo diciembre, junto con el tema de los actuales intereses negativos. Temas muy sensibles para países que tienen niveles de endeudamiento mucho más altos que Alemania, y creciendo.

Desaparecida en la crisis, la UE en la que todos ganaban será cada vez más difícil avanzar en cesiones de soberanía, sin las cuales cuestiones como la inmigración o la existencia de un mercado financiero del euro no pueden abordarse. Y aquí volvemos a Alemania sin cuyo impulso no habrá viento en las velas. “Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio”.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Los trabajos de Donald Trump

Rodrigo Rato
14 de septiembre de 2018


La política mundial no ha conocido desde la Segunda Guerra Mundial a nadie con tanta capacidad de conflicto , doméstico o internacional, como Donald Trump actual Presidente de Estados Unidos, con la posible excepción de Mao Tse Tung. Baste con recordar que en el verano de 2015 inauguró su candidatura a la presidencia con varios meses de peleas con Fox News. Su presidencia , camino de empezar sólo su tercer año, ha reabierto de manera abrupta todas la relaciones comerciales  como geopolíticas de EEUU, su posición respecto a la mayor parte de las organizaciones multilaterales ( Onu, OTAN, OmC, ...........) lo que ha supuesto un replanteamiento del papel de norteamérica en todas las regiones del mundo.

Ante semejante cambio muchas voces esperan que este sea circunstancial, limitado a un solo mandato, un accidente. Sin embargo Trump no está aislado ni dentro ni fuera de su país. De hecho su dominio del partido republicano es ya total, las sucesivas recomposiciones de su gobierno han eliminado a aquellos que no compartían sus ideas ni sus métodos conflictivos, sus votantes de hace dos dos años le respaldan hoy en amplia mayoría ( más del 80%). 

Pero es que además los nuevos partidos nacionalistas , unilateralistas, que surgen en Europa pero también en America, coinciden en su posiciones contrarias al libre comercio, desconfianza sino rechazo de inmigrantes e incluso minorías, animadversión a las élites. Posiciones casi todas ellas contrarias al tronco central del pensamiento liberal occidental de los últimos ocho decenios.

¿Como ha podido pasarnos esto? Que el país mas importante del mundo destruya su legado de libertad económica y multilateralismo, se pregunta la opinión pública mundial. Muchas opiniones lo achacan a las consecuencias económicas y sociales de la crisis financiera del 2007/08. Pero esta misma semana hemos conocido que la renta media de los norteamericanos supera los 61.000 dólares per capita,  aunque las desigualdades no han hecho más que crecer: el 10% de los ciudadanos contra el 80% de la riqueza financiera, niveles que superan los de los de 1930.

Existe la posibilidad de que Donald Trump sea solo un accidente histórico si es removido de la presidencia por el próximo Congreso de EEUU. Las investigaciones del fiscal especial Robert Muller sobre las elecciones de 2016, pero cada vez más sobre sus actividades empresariales, han producido ya varios procesamientos e incluso condenas. Desde luego la remoción de Trump no supondrá la desaparición de sus votantes, ni por lo tanto de muchas de sus políticas. Dependerá sobre todo del control que tenga los demócratas , sus adversarios domésticos, sobre la Cámara de Representantes. De ponerse en marcha produciría  primero una paralización política del país, pero después una polarización máxima de su vida política.

Estados Unidos es hoy el país que económicamente va mejor en el mundo, con una expansión ya en récords de duración, de niveles de desempleo, de niveles bursátiles, cuando otras zonas del mundo( Europa, China,  los países emergentes) están en distintas fases de desaceleración, incluso en crisis. Nadie puede pensar que la inestabilidad política del principal país del mundo sea beneficiosa, pero aún menos en estos momentos.

No solo económicamente,  sino también en términos geopolíticos  el endurecimiento de  los regímenes en China y Rusia hace muy necesaria para Europa una coincidencia con EEUU, aliado  imprescindible no solo en aspectos militares tradicionales pero todavía más en los desafíos de las nuevas tecnologías. Imprescindible e intratable esta nueva “ American Bicth“ ( bruja americana ) define la situación mundial actual . No es imposible que hasta Donald Trump evolucione, como estamos viendo en el tratado de libre comercio de América del Norte (Nafta), guerra comercial con la UE, relaciones con Hispanoamérica. 

La sociedad norteamericana es muy potente frente a su gobierno, hay que reconocer que más que otras. También la temida potencia del nuevo nacionalismo en Europa e Hispanoamérica está siendo limitada. Pero los cambios de muchas de las políticas de Trump están aquí para quedarse. ? Es este un cambio tan importante como el  de la caída de la Unión Soviética?  El tiempo nos dirá cómo siempre, pero Occidente no será ya igual.

viernes, 7 de septiembre de 2018

La muerte política del IRPF

Rodrigo Rato
7 de septiembre de 2018

Decía Benjamin Franklin, el famoso político norteamericano del siglo XVIII, que “solo hay dos cosas seguras en esta vida: la muerte y los impuestos”. De todos los impuestos el de la renta es sin duda el más importante, no sólo por su alta capacidad recaudatoria sino por ser un gran instrumento social de redistribución de la riqueza. En España su implantación mas completa en 1978 fue una de las muestras de la modernización social del régimen democrático. En los últimos días la coalición gubernamental más izquierdista, que ha habido en España desde los 1930, ha reconocido que sólo puede subir el IRPF a las rentas superiores a 150.000 euros anuales, es decir a menos de 91.000 personas del total de 19,62 millones de declaraciones de renta anualmente en España (2016).

Dejando aparte a los afectados que podrían ver gravadas sus rentas anuales en un 52%, desde el 45% actual, esta medida no tendrá consecuencias ni recaudatorias ni económicas. Se calcula que esta súbida supondrá un incremento de ingresos en 400 millones de euros de los 72.416 millones que se recaudan por IRPF, menos de 0’04 de la riqueza nacional. Sus proponentes saben de su inutilidad, pero al parecer el mensaje de “subir los impuestos a los ricos” parece necesario. Aunque la cuestión política clave no es propagandista sino la necesidad de financiar el nuevo gasto social en pensiones, sanidad y otros que los proponentes cifran en 10.000 millones de euros. Es decir , la izquierda española reconoce que el IRPF ya no es útil para financiar adicionalmente sus programas. 

La alternativa de buscar otros ingresos tiene varios condicionamientos pero, a mi parecer, desde el punto de vista político se abandona uno esencial; la redistribución de la riqueza vía ingresos. Es verdad que el impuesto de sociedades (IS), con una recaudación de 21.678 millones, supuestamente grava más a las empresas más grandes. Para empezar, el tamaño del balance no indica la riqueza, sería más indicativo la rentabilidad. Pero gravar más a las empresas más rentables choca con la eficiencia económica. Además la práctica indica que en realidad las empresas más grandes pagan tasas menores que otras; se acogen a más deducciones, pueden dedicar recursos a investigación, se internacionalizan o simplemente se deslocalizan. España tiene un reconocido problema de tener demasiadas empresas pequeñas, no lo contrario. Penalizar por tamaño va a tener sus límites, además que las grandes empresas tienen millones de accionistas españoles que no se merecen ser penalizados.

Existe desde luego otro impuesto de gran poder recaudatorio, el impuesto sobre el valor añadido IVA), que grava el consumo recaudando 62.845 millones. En un país que recibe más de ochenta millones de consumidores turistas podría parecer adecuado subirlo, pero es desde el punto de vista redistributivo, regresivo, además de inflacionista en un primer momento. Muchas lenguas se tendria que comer la izquierda para cambiar el IRPF por el IVA para financiar sus políticas. Parece que se va a intentar en cambio orientar la nueva recaudación hacia los combustibles contaminantes junto con las grandes empresas. Veremos con qué éxito recaudatorio. Otro camino serían los precios públicos: quien usa determinados servicios públicos paga algo de su coste (carreteras, medicinas, hostelería, hospitalaria, etc) . Todavía más difícil para la izquierda.

Es común, llegados a este punto, argumentar que la lucha contra el fraude proporcionará la recaudación necesaria. LLevamos cuarenta años en ello, se ha reducido el fraude pero aún estamos a la cabeza de la Unión Europea. Según Fedea alrededor de un 6,6% de la riqueza nacional. Hay dos extremos para esta lucha: impuestos muy simples y muy extendidos difíciles de evitar, alternativamente reducir los derechos de los contribuyentes. En los últimos diez años hemos seguido el segundo camino, sobre todo con los gobiernos del Partido Popular (¿ A alguien le sorprende que el PP haya perdido tres millones de votos?). Sin embargo el nivel de fraude ha bajado lentamente, mientras la Hacienda es condenada en más del 50% de los juicios, no una gran muestra de equidad ni de eficiencia de un servicio publico.

Llegados a este punto parece que solo quedan dos caminos:  más deuda o menos gasto público. España tiene ya un 98% de deuda sobre renta nacional, lo que cuesta unos 35.000 millones de euros anuales. El BCE va a dejar de comprar deuda pública este próximo diciembre 2018, mal momento pues para apostar por emitir más deuda.

Recortar el gasto público exige elegir entre ciudadanos por un lado o funcionarios más políticos por otro, que son los dos grupos que lo reciben. Habitualmente se elige a los ciudadanos, a quienes se les recortan servicios o se les cobran. Los funcionarios han tenido tambien momentos de recorte, pero en su conjunto cobran 10.000 euros anuales más de media que los trabajadores privados, no corren riesgos de despidos y pueden elegir sanidad. Los políticos, de momento, mantienen vigentes todos los niveles de administración posibles, de donde dependen sus puestos: el local, el provincial, el autonómico, el nacional y el europeo. Sólo un partido político, Ciudadanos, plantea su racionalización. En la izquierda, ninguno.

Nos acaba de nacer un nueva realidad tributaria donde los actuales niveles de redistribución por ingresos parecen infrancreables. Se puede intentar disimular hablando de ” los ricos”, pero sin efectos recaudatorios. La izquierda tiene por delante mucho que discurrir para poder diferenciarse.

¿Dónde acudir ahora? Se ha mencionado.

viernes, 31 de agosto de 2018

Agenda europea

Rodrigo Rato
31 de agosto de 2018

Está llegando el final de esta Comisión Europea y de este Parlamento Europeo. La crisis del euro, hasta la de Grecia, ha quedado atrás. El Brexit, como Donald Trump, llegaron pero no se han ido. Queda por saber si alguno de estos cambios ha sido para bien. Lo que sí sabemos es que las últimas contribuciones anglosajonas han sido las dos antieuropeas, sea lo que sea lo que esto quiera decir.

Jean-Claude Juncker ha resultado un hábil presidente de la Comisión, un puesto de los más imposibles del mundo. El actual Parlamento Europeo, sin embargo, ha hecho poco para que acudan a las urnas más votantes en las próximas elecciones de junio 2019. En las próximas semanas, Juncker presentará ante la Eurocámara sus planes para la recta final del mandato. Serán muchos temas, la Unión Europea (UE) lo regula todo. Pero hay algunos asuntos cruciales y que, los mencione el presidente de la Comisión o no, su sucesor se enfrentará a ellos: el Brexit, con o sin acuerdo, está a la vuelta de la esquina. Parece claro que dejar la UE no es ni fácil ni barato. El mismo gobierno británico acaba de decir a sus ciudadanos los muchos costes que seguir adelante en solitario tendrá, sin que parezca posible evitarlos. Un mal Brexit para Reino Unido no significa que sea bueno para la UE. No sólo porque Londres es un socio imprescindible en temas de seguridad, sino porque un super paraíso fiscal que se encuentre al otro lado del Canal de la Mancha, con una unión total con Europa a través de Irlanda, no va a ser fácil para una UE cada vez más alejada de generar reformas estructurales que aumenten su crecimiento.

El fuelle del actual crecimiento se ha frenado en la zona euro, pese a una política monetaria todavía muy expansiva, a lo que hay que unir el regalo de Donald Trump con el dólar fuerte. Algo malo para todos los demás países, pero no para la zona euro, ni para Japón, ni Australia o Canadá, que no tienen problemas de acceso a los mercados de capitales. Aun así el crecimiento de la eurozona como poco se suaviza y todavía tiene una tasa de paro media del 8,3%, más de dos veces superior a la de EE UU. Pero la UE es reguladora obsesiva, protectora y valora la estabilidad de precios, aunque ahora no la tiene, precisamente por su falta de dinamismo.

Menos crecimiento anuncia un cambio de ciclo. ¿Está la zona euro preparada para una desaceleración? Sin políticas estructurales ni fiscales, solo la política monetaria puede ayudar. Justo lo contrario de lo que nos estamos contando los europeos, con el mantra alemán sobre el final de las políticas expansivas heterodoxas del Banco Central Europeo (BCE), mientras los mercados prestan a todos los países europeos a lo largo de toda la curva más barato que a Estados Unidos.

Alemania tampoco está por concluir la unión bancaria europea y de ahí que los mercados valoren las acciones de los bancos europeos a la baja. Tampoco Berlín está por la labor de al menos impulsar un poder financiero europeo de carácter global, manteniendo al bono alemán como el único activo libre de riesgo de toda la zona euro. En estas condiciones no hace falta una crisis financiera mundial, solo con que los tipos de la deuda suban, en relación con los niveles reales de endeudamiento de los países, podríamos estar otra vez ante problemas de doble velocidad dentro del euro.

También forma parte de esta lista Donald Trump, un interrogante en sí mismo para la UE. Seguridad, defensa, relaciones con Rusia, con Turquía, comercio, son solo las cuestiones más llamativas en la agenda bilateral. El fin de la relación especial que
empezó en 1945 y propició la alianza transatlántica es algo posible. Algunos dicen que será algo saludable para la madurez europea. Está por ver. Lo que estamos viendo con Canadá será un camino parecido a lo que nos espera: EE UU pone en precio su mercado, independientemente de las reglas de libre comercio, y lo consigue. Es otro mundo.

El paraíso europeo resulta irresistible para unos vecinos del sur, que en 1956 eran 200 millones y hoy son 1.000 millones. La inmigración no es ahora un problema cuantitativo, en el primer semestre de 2018 han cruzado el Mediterráneo 60.000 refugiados, la mitad que el año pasado, una cuarta parte que en 2016. Pero en Alemania, Austria, Hungría, Polonia, Italia, Suecia, Holanda por mencionar los países más grandes, la inmigración es el principal problema político. Fue desde luego una de las mayores causas detrás del Brexit. E incluso en el país más generoso de la Unión, España, algo ha cambiado entre el desembarco del Aquarius en julio y el del mismo barco en agosto: ahora ya estamos en las expulsiones masivas y en caliente de inmigrantes.

La Comisión Europea tampoco es capaz de establecer una política común en esta materia. Italia ha estado estos días reteniendo el desembarco de refugiados en Catania hasta que la UE le diga qué países los van a acoger. Silencio general, eso sí con acerbas críticas –o elogios, dependiendo de quién lo haga– al ministro Matteo Salvini. Alemania utilizó la última cumbre sobre el tema para acordar con España y Grecia la devolución de todos los ilegales que hubieran entrado a la UE por sus fronteras. Pero la canciller Angela Merkel solo pudo imponerse a estos dos.

¿Cuánto tardará España en imitar a Italia? Me temo que es un tema de volumen no de principios. Una de las consecuencias más graves de la inmigración como problema político es el auge de partidos no solo xenófobos sino también nacionalistas y antieuropeos. Aunque solo fuera por esto el próximo presidente de la Comisión tendrá sobre la mesa un grave problema para el futuro de la construcción de la Unión, junto con el Brexit, Donald Trump y el cambio de ciclo.

viernes, 24 de agosto de 2018

Franco, esos huesos

Rodrigo Rato
24 de agosto de 2018

A finales de los sesenta, el régimen franquista celebró sus tres décadas con muchas manifestaciones de poder incluido el famoso referéndum de reforma política. Entre los fastos conmemorativos se proyectó la película Franco, ese hombre. Por las mismas fechas, pero con otras intenciones, se estrenaron películas mejores, como Canciones para después de una guerra, que demostraron que con censura y todo el talento era superior a la represión.

Hoy, muchas décadas después, un Gobierno socialista apoyado por separatistas y comunistas parece decidido a sumergirse con los descendientes de Franco en una batalla jurídica por dónde dejar sus huesos. Las personas perduramos más allá de la muerte, en la memoria de amigos o de enemigos, sin entrar en cuestiones espirituales. Mucho más aquellos que han tenido fama o notoriedad. El rey Fernando VII es vilipendiado como uno de los peores mandatarios de nuestra historia; Carlos III como uno de los mejores. Y así miles de españoles, como sucede en todos los países. La fama de los muertos tiene derecho a la defensa, pero no la de figuras no ya históricas, sino sólo famosas.

Los huesos, sin embargo, están defendidos en todos los países, no ya democráticos sino simplemente civilizados. Sacar de sus tumbas a los enemigos es, desde hace tiempo, un hecho impedido por los poderes públicos. Trasladar un cadáver es cosa de su familia, siempre con permiso gubernativo. Los cementerios en España no pueden ser descalificados en 99 años, ninguna de sus tumbas. Todos sabemos que la decisión de enterrar a Franco en el Valle de los Caídos junto a cientos de víctimas de la guerra civil española hiere la sensibilidad de muchos, puede que impida que ellos consideren el lugar como una muestra de reconciliación, aunque la presentación de este tema por parte del Gobierno socialista suena más a revancha que a otra cosa, dentro de la buscada confusión entre la II República y el Frente Popular, que en realidad acabó con ella apostando por un enfrentamiento que perdió.

Guste o no, la familia es la que tiene la última palabra en España sobre los restos de sus parientes, legalmente enterrados. Aprobar una ley para desenterrar a alguien concreto, vulnerando sus derechos, no es un camino de reconciliación. Las mayorías parlamentarias y sus sensibilidades no pueden perseguir a ciudadanos concretos, ni tampoco a sus huesos. Poca capacidad se ha tenido para no ser capaz de convencer a la familia de algo distinto a la situación actual. Aunque vistas las formas no parece que se haya buscado nunca ese acuerdo. 

“El que no sabe dónde va, no llega a ninguna parte“, se dice en Marina de Ruiz Zafon. ¿Sabe la sociedad española a dónde va? Los ciudadanos individuales seguro que sí, pero las agendas políticas se van desquiciando en los últimos tiempos: ajustar cuentas de la guerra civil, convertir a generaciones enteras de españoles en extraños de su propia lengua y de su verdadera historia, ocultar los resultados de la escuela pública so pretexto de no agrandar las desigualdades sociales, negar a los padres el derecho de elegir la educación de sus hijos, ignorar los mensajes sobre la formación que nos envía nuestro mercado laboral, obviar el fracaso político del estado de las Autonomías respecto a los separatismos, mirar para otro lado sobre la viabilidad del tener un Estado del bienestar y también de las Autonomías… Son todos ejemplos de las carencias de nuestro debate político. 

Las encuestas dicen que el tercer problema para los ciudadanos es la clase política. Algo va a pasar y Franco no será el responsable. 

viernes, 17 de agosto de 2018

Delicias turcas

Rodrigo Rato
17 de agosto de 2018

La crisis turca de agosto 2018 es ya con seguridad el acontecimiento macroeconómico del verano. Un dólar se cambiaba por 3,5 liras turcas hace un año , cuando hoy vale casi 7, en parte reflejo de un 15%  de inflación.Su final es conocido, al menos en términos macroeconómicos, como tantas crisis de países con sostenidos en el tiempo déficits de balanza por cuenta corriente, es decir de falta de ahorro interno para financiar un fuerte crecimiento (300.000 millones de dólares de deuda externa): devaluaciones seguidas de subidas de tipos de interés, ajuste de la demanda interna con reducción del gasto público, ayuda financiera externa normalmente del Fondo Monetario Internacional . Hay la posibilidad de aplicar también control de capitales, que hasta el FMI ahora acepta. Lo que aún no sabemos es cuánto tardará el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en aceptar su destino. El tiempo corre en su contra, pero también en contra de la economía mundial donde otros países emergentes (India, Sud África, Argentina) sufren caídas de sus monedas de más del 10% desde principio de este año. Los mismos países  que ya en  mayo 2013, hace 5 años, se vieron penalizados por el anuncio de Ben Bernanke que la Reserva Federal iba a terminar con su política monetaria expansiva. Ahora con un dólar fuerte , los tipos al alza en EEUU consecuencia de una inflación creciente y una tasa de paro históricamente baja, el entorno es malo para todas las monedas emergentes, pero para estos países es peor. 

Efectivamente esta es una crónica anunciada. Los déficits exteriores excesivos,  mantenidos en el tiempo,  se cobran su presa antes o después. El presidente Erdogan llegó al poder en 2003, cuando Turquía se encontraba bajo un programa del FMI como consecuencia de otra crisis anterior. Debe ser inaceptable para el tener que  recurrir a ayuda financiera externa, del FMI o de quien este dispuesto . Su gobierno islamista nacionalista lo hizo muy bien, saneando la economía , negociando la entrada en la UE. Pero parafraseando a Felipe González “murió de éxito”. Desde 2010 el abultado déficit exterior era un creciente riesgo para su estabilidad macroeconómica, por lo tanto para su independencia política. En los últimos años recurrió al déficit público para mantener el crecimiento . Los llamados déficits gemelos( twin déficits), fiscal y comercial, solo podían acabar así. Lo mismo que una vez más le ha pasado a Argentina hace pocos meses. Ambos han visto depreciarse un 40% sus monedas desde principio de 2018.  

La diferencia de Turquía con Argentina no es tanto económica  como política. Turquia es geopolíticamente muchas cosas que Argentina no es. El único país islámico democrático, con una economía de mercado, miembro activo de la Otan, con bases militares norteamericanas en su territorio, vecino de Siria, Rusia e Irán. Hasta hace pocos años candidato a entrar en la Unión Europea, principal receptor de los inmigrantes que la UE rechaza. 

La administración Trump ha elegido este momento para doblarle los aranceles a sus exportaciones de acero y aluminio al mercado norteamericano, además de amenazarle con sanciones económicas a resulta de la  detención en Turquía de un religioso norteamericano. No recuerdo un precedente de esta actuación en mitad de una crisis financiera con un aliado estratégico como Turquía. Además de suministrar a Erdogan munición nacionalista , para culpar la inevitable crisis en la acciones de EEUU. Los norteamericanos mantienen derecho de veto en el FMI, por lo que su posición puede ser incluso más determinante en el futuro para resolver la crisis turca. 

EEUU es la primera potencia militar del mundo, pero no ha ganado un guerra desde 1945, salvo la invasión de la isla caribeña de Granada en 1983. No es de extrañar que, después de Afganistán e Irak, la opinión pública norteamericana sea muy reacia a aventuras militares. Pero su otro predominio , el financiero, permite a EEUU hacer sentir su voluntad, si no imponerla, cada vez con más dureza como   con Rusia, Irán, Corea del Norte o Venezuela .Con el presidente Trump  puede que Turquía o China, sean sometidos a sanciones fínancieras y económicas que ningún tercer país pueda ignorar. Nadie puede actuar económicamente excluido del mercado del dólar. Pero el cántaro va cada vez mas a la  fuente en la que se basa la globalización financiera, si el cántaro llegará a romperse hasta los norteamericanos pagarían altas consecuencias. 


Turquía no podrá evitar solo un ajuste económico, sino también político. En ambos las equivocaciones son posibles, incluso frecuentes en casos similares. La sociedad turca se juega mucho : ser capaz de tener una economía eficaz sobre la que basar una sociedad próspera. EEUU pero también la UE corren sus riesgos, en una zona donde tienen poco margen para equivocarse.

jueves, 9 de agosto de 2018

Nunca sabemos cuando nos va bien

Rodrigo Rato
10 de agosto de 2018

El Sufism tiene ; esta maxima , que para algunos puede ser demasiado pesimista , para otros digna de meditación . En todo caso,  en este verano del 2018 sabemos ya  lo bien que ha ido la economía mundial desde el  pasado verano de 2016, con todas las zonas geográficas creciendo, prácticamente todos los paises. Ahora lo sabemos porque las cosas están cambiando.

Fue en otoño de 2016 cuando Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos. Sus decisiones desde entonces han afectado a muchos aspectos económicos , unas internos pero la mayoría también  en el exterior. Las más llamativas: la reducción de impuestos, algo también de la regulación financiera; la nueva doctrina norteamericana respecto al comercio mundial. La primera se aprobó a finales de 2017, con un primer efecto expansivo, pero a medio plazo con un riesgo de déficits fiscales crónicos por encima del 5% del pib . Los mercados financieros  han preferido fijarse en el efecto expansivo, de momento.

La nueva política comercial , en marcos bilaterales  además de obsesionada con los déficits de bienes y servicios, ha afectado a todos los socios, aliados o adversarios políticos. Canadá y Mexico , sus únicos vecinos, no saben todavía si tendrán o no un acuerdo de libre comercio, si será a dos o a tres bandas. Los europeos hemos pasado de una histórica buena relación a  una declarada guerra comercial, para acabar en una negociación para la total reducción de aranceles y otras barreras, después de una reunión in extremis la semana pasada del presidente  Trump con Jean Claude Juncker, al que se le ha dado su mayor éxito político en su dilatada carrera. El mismo que semanas antes se le negó al presidente Macron o a la canciller Merkel. 

La tensión con China alcanza ya niveles no conocidos entre dos paises de esta importancia desde los años 1930. Más de la mitad de las  exportaciones norteamericanas a China están afectadas, cerca de 250.000 millones de dólares de las   exportaciones chinas a USA también. 

La economía de la UE ha perdido ritmo en las últimas semanas,lo mismo que la de china, mientras la de EEUU se ha acelerado. Las monedas euro y yuan se han depreciado, el dólar se ha robustecido; lo que debería aumentar el déficit comercial norteamericano , junto con su inflación, muy  lejos de lo pretendido por Trump. Es más, las autoridades chinas han frenado su intento por desapalancar su muy endeuda economía ante los nuevos riesgos para su crecimiento. No es fácil que nadie minusvalore los riesgos de una burbuja financiera en China. Los platos rotos de este cambio de filosofía comercial norteamericana pueden no ser insignificantes.

El resto de los paises asisten a estos enfrentamientos con preocupaciones acumuladas. Un dólar cada vez más fuerte les seca la inversión, encarece su deuda externa, aunque puede aumentar sus exportaciones al mercado norteamericano. Pero visto como se las gastan en Washington en estos tiempos con los déficits comerciales, las negociaciones bilaterales con la mayor potencia del mundo no pueden dejar muy tranquilos a los responsables de las economías emergentes o de pequeño tamaño. Nadie duda ya que EEUU busca beneficios a corto plazo de todos sus socios comerciales. Nadie sabe las consecuencias políticas ,además de económicas, de este cambio.

Todo esto no favorece precisamente las decisiones de inversión en un momento en que ya la pregunta era : ¿cuando cambiara el ciclo? El precio del dinero está subiendo, los grandes bancos centrales ,menos en Japón , acaban con los estímulos monetarios. Más deuda pública norteamericana debería empujar la curva de tipos hacia arriba. No lo menos importante, pese a todos sus esfuerzos Donald Trump quizás no evite un desaceleración de su economía , pronto en el ciclo más extenso de su historia.

Cierto es que las previsiones de ingresos de las grandes compañías norteamericanas están en récords, aunque la valoración de sus acciones también. En norteamerica hay más de 6000.000 de empleos que no se formalizan por falta de aspirantes, con su desempleo no cualificado en el mínimo histórico. Pero también sube la inflación, lo que augura subidas de tipos, cuando ahora por primera vez en diez años los intereses a corto superan el 2%.

Al riesgo que ya existía de una desaceleración de la primera economía del mundo, se une ahora  desaceleraciones ciertas  de la segunda y la tercera.¿ Habrá conseguido Donald Trump que sean Europa y China los que crezcan menos para que norteamerica crezca mas por más tiempo? ¿Serán las tres economías más importantes las que sufran una desaceleración, especialmente descontrolada en el propio EEUU y China, aunque por causas distintas?  Lo que sabemos seguro  ahora es que los últimos dos años nos fue muy bien.

sábado, 30 de junio de 2018

Aznar, ¿lo que dice o cómo lo dice?


Rodrigo Rato
29 de julio de 2018


Las relaciones de los expresidentes del Gobierno con sus partidos fueron acertadamente comparadas por Felipe González a los jarrones chinos, “que nadie sabe dónde ponerlos”.  Las relaciones de José María Aznar con el Partido Popular no parecen haber mejorado con la marcha de su sucesor, Mariano Rajoy, con el que fueron a peor con el paso del tiempo.

Las herencias políticas no son fáciles de recibir, los nuevos líderes acaban por negarse a aceptar la existencia de la sombra de su antecesor. Nada nuevo bajo el sol pero ahora, ya sin Rajoy, las recientes palabras de Aznar sobre los desafíos futuros del PP tampoco parecen haber sido apreciadas por los candidatos a dirigir el primer partido de España en votos populares, según las últimas elecciones. Solo han merecido críticas por la inoportunidad y tono de las palabras, pero ninguna reflexión sobre la veracidad de lo que dice: el PP ha perdido la exclusividad en el centroderecha, es decir que el PP está en riesgo de perder su liderazgo ideológico. Muy grave si es verdad. Aznar lo puede saber bien porque él fue parte de los que unieron a todo el centroderecha en los años ochenta.

El PSOE está pasando por un periodo similar, con desafíos a su primacía por la izquierda, desde Podemos, y distintos separatismos regionales. Después de un periodo de desorientación, con cambio de líder desde Alfredo Pérez Rubalcaba a Pedro Sánchez, el PSOE se ha convertido en un partido instrumental para que la izquierda con los separatistas regionales llegue al poder. Incluso en el País Vasco gobierna en coalición con el PNV. Solo en Cataluña no ha sido el socialismo español capaz de entrar en las alianzas de poder, algo que puede cambiar en las actuales negociaciones.

Mientras tanto el PP ha vivido en la creencia de ser el primer partido de España, y por tanto, de Gobierno. Ya en febrero de 2016, después de las elecciones de diciembre 2015, Aznar aconsejó a la Junta Directiva Nacional (máximo órgano del PP) que cambiaran de líder. Propuesta que fue desoída, incluso despreciada. Pareció que la leve mejora electoral en la repetición de los comicios de junio 2016 ratificaba la posición optimista de Mariano Rajoy: somos inevitables. Después vino el respaldo y la abstención más o menos forzados de Ciudadanos y el PSOE, respectivamente, para volver al Gobierno Rajoy en noviembre de 2016. Ahora sabemos que ese último golpe de fortuna convertía a Rajoy en un tapón más que en una solución.

La crisis catalana del otoño de 2017, con la intervención del Rey más la aplicación del artículo 155 de la Constitución incluidos, supuso el final de Rajoy. Una rocambolesca moción de censura triunfadora ha hecho presidente a Pedro Sánchez. También desbloqueó al PP con la marcha de Rajoy. Pero el debate sucesorio aparece en términos de un partido de gobierno, incluso hegemónico en el centroderecha, lo que puede ser un grave error.

Además de perder el poder por una hábil maniobra del socialismo, el PP sobre todo se enfrenta a un electorado profundamente descontento con su gestión política con mayoría absoluta, además de la gestión de los últimos tres años. Las pruebas son bastante claras. Después de haber superado la recesión, con la economía creciendo por encima del 3%, creando medio millón de empleos al año, tres millones de votantes abandonaron al PP, pese al hundimiento de su alternativa, el PSOE. La impresionante mejora de la situación económica con alta creación de empleo, que se ha mantenido desde 2016, fue incapaz de evitar un constante deterioro en las encuestas, a lo que el PP respondía con más de lo mismo. La gestión de la crisis catalana desde 2012 ha producido un fuerte aumento del independentismo, ha desembocado en un peligroso callejón sin salida constitucional, una vez que la aplicación del artículo 155 no ha tenido consecuencias duraderas. Amenazar con una segunda inmediata aplicación del 155 no parece muy meditado. La derrota de la batalla judicial con el PSOE sobre los temas de corrupción ha sido y es apabullante.

El descontento de los votantes tradicionales del PP se manifiesta en la menguada participación de los militantes en la elección del próximo líder del partido, una desmovilización peligrosísima que podría indicar que el PP, como en su día la UCD, es ya solo un partido de cuadros no de bases. La apuesta desde el Congreso de Valencia en 2008 por no querer ser ni un partido conservador ni liberal, la regresión de los derechos del contribuyente plasmada en la Ley General Tributaria de 2015, la manipulación de la información de ciudadanos concretos en manos del Estado ya sea tributaria o policial , la incapacidad de formular un discurso de valores (aborto, familia), la creciente apuesta por perfiles no políticos en el Gobierno, el no ejercicio de un liderazgo ideológico han acabado pasando factura.

El PP puede ya no ser el partido al que inevitablemente el centroderecha español tiene que votar, ese privilegio lo dilapidó Rajoy ampliamente. Convencer a la sociedad de que el PP es necesario, útil a unos ideales, más allá de gestionar el poder frente a una izquierda que se está intentando reinventar debería ser el eje central en la presentación de los candidatos a presidirlo. No se trata de pedir perdón por la gestión de Rajoy, con sus éxitos y fracasos, sino de no persistir de ninguna manera en un futuro con más de lo mismo. Si estos no son capaces, que vengan otros.

jueves, 28 de junio de 2018

Rato figura en la lista de Hacienda por tener embargados sus bienes


Rato ha explicado que figura en la lista de deudores de la Agencia Tributaria porque desde junio de 2015 tiene embargados todos sus bienes y rentas lo cual “le impide afianzar una deuda tributaria que está recurrida en los tribunales“

El exvicepresidente del Gobierno y exdirector del FMI, Rodrigo Rato, ha atribuido su inclusión en la lista de deudores de la Agencia Tributaria a su imposibilidad para afianzar su deuda fiscal, que tiene recurrida en los tribunales, por tener embargadas todas sus rentas y bienes. Rato tiene desde hace tres años embargados todos sus bienes y rentas por causa de una denuncia temparana presentada por la AEAT  


Rato se ha defendido diciendo que: "desde entonces, después de 13 informes, la Oficina Nacional de Investigación del Fraude de la Agencia Tributaria no ha sido capaz de determinar mi deuda tributaria; de una inicial acusación de 8,5 millones de euros por cantidades en el extranjero estamos ahora discutiendo 11.000 euros". 

Informe pericialhttp://conrodrigorato.blogspot.com/2017/02/un-informe-pericial-asegura-que-rodrigo.html

"Sin embargo, al tener embargados todas mis rentas y bienes no he podido afianzar una deuda fiscal recurrida ante los tribunales, lo que lleva a que aparezca en la citada lista", ha explicado.

martes, 29 de mayo de 2018

Entrevista completa a Rodrigo Rato en 'El Gato al Agua'





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sábado, 20 de enero de 2018

Rodrigo Rato se harta y denuncia públicamente la campaña contra él



En su comparecencia en el Congreso de los Diputados el exvicepresidente del Gobierno y expresidente de Bankia, cansado de las difamaciones de las que lleva siendo víctima 5 años denunció su situación y clarificó algunos detalles ocultos sobre Bankia así como los responsables de lo sucedido.