domingo, 21 de febrero de 2021

Palancas y presiones

Rodrigo Rato 
19 de febrero de 2021   

Tucídides nos contempla desde más de 2500 años recordándonos no solo los riesgos de enfrentamiento entre el poder declinante y el emergente, sino  que la guerra se produce por” el miedo, el honor o la ventaja”.  La reciente visita del Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, a Moscú ha realzado la importancia de la tercera causa, la ventaja. Poca o ninguna tenía la UE al visitar Moscú a los pocos días del nuevo encarcelamiento del opositor Navalny, en un acto inadmisible para Occidente. Todavía peor, el sr Borrell mezcló el tema de las vacunas en su intervención pública junto al Ministro de Exteriores ruso, Sergey Lavrov , reforzando la impresión de quien tenía la  ventaja. Circunstancias parecidas acompañaron las tensiones entre Donald Trump y Xi Jingpin los últimos dos años, salvo cuando el Presidente  norteamericano amenazaba a una empresa china concreta con impedirle el acceso al mercado del dólar. Difícil de compaginar la seguridad jurídica de los inversores  con la Razón de Estado en una democracia liberal.

La interacción económica era la esperanza de ir suavizando el totalitarismo con el libre comercio, sobre todo en China. Pero 2020 ha decepcionado mucho en este aspecto. Mientras que tanto EEUU como la UE firmaban ambiciosos pactos comerciales con China, sus autoridades endurecían las libertades en Honk-Kong, Sinkiang  y presionaban militarmente a Taiwán. Rusia por su lado nunca ha pretendido ser  en economía más que un exportador de materias primas, vecino de una Europa sedienta de gas. La ventaja militar Europea no existe, con sólo un país con armamento nuclear y capacidad de intervención fuera de sus fronteras, Francia. Era y sigue siendo el paraguas norteamericano la verdadera ventaja, pero no es propiedad de los europeos. 

Tanto los mercados europeos como los norteamericanos son imprescindibles para cualquier economía del Mundo, pero no está claro que esto sea una ventaja  sino  más bien una mutua dependencia. En la Guerra Fría los mercados estaban prácticamente cerrados a los adversarios, solo había la presión militar. Después  Occidente ha ido  librando guerras foráneas, como Afganistán o Siria, con resultados desalentadores. China en realidad no mantiene conflictos militares, salvo en su frontera con la India, aunque nadie duda de su creciente capacidad militar y ,lo que es tan importante, su voluntad de  recurrir a ella. También ha demostrado una capacidad totalitaria de utilizar el comercio  como presión. Rusia  por su  parte parece especializada en intervenciones militares semi encubiertas como en el Este de Ucrania, Siria o Libia, demostrando una eficacia sorprendente. 

Estados Unidos y sus Aliados tienen importantes estructuras comunes  de defensa desde hace mucho tiempo, pero ni los resultados ni la voluntad están en alza. Se le puede echar la culpa a Donald Trump de haber enfriado las relaciones con Europa y Asía. Cierto o no, la realidad es que todos los países involucrados albergan grandes dudas sobre el grado de compromiso en una situación extrema de los demás aliados. Siendo el caso turco un tema a parte, y malo, que tanto en Libia como en Azerbaiyán  está más cercano a los rusos. Las supuestas ventajas norteamericanas y europeas han disminuido a todas luces respecto al único país islámico miembro de la Alianza Atlántica. 

Después de más de dos decenios de predominio de la economía la geopolítica ha vuelto, con su feo aspecto de que la fuerza es lo que predomina. La debilidad de Occidente es palpable cada vez que sabemos de un ataque cibernético, ora ruso ora chino. Tanto europeos como norteamericanos no creen que nadie les vaya a atacar militarmente, calculando  además que  son demasiado ricos para estropear las relaciones. Los europeos tienen alianzas militares, los norteamericanos fuerza.  ¿ Son estás suposiciones sostenibles? China desde luego no es un riesgo militar creíble  para cualquier de ellos, con los equilibrios actuales. Rusia parece más interesada en sus vecinos limítrofes. Pero ambos utilizan  con resultados la fuerza  cuando les conviene. EEUU lo hacía pero con fallos crecientes. Los  europeos se despidieron de esas tácticas en sus últimas guerras coloniales, en los distantes 1960. No es la primera vez en la historia en que las sociedades prósperas creen erróneamente tener una ventaja. Cuando llegue el momento se verá. Entonces quizás sean el miedo o el honor los desencadenantes de conflictos que los equilibrios de las respectivas ventajas no son capaces de evitar. 

0 comentarios:

Publicar un comentario