miércoles, 28 de mayo de 2025
miércoles, 7 de mayo de 2025
Conversaciones con Rodrigo - Hablarle a tu mente
lunes, 14 de abril de 2025
Conversaciones con Rodrigo - La pantalla mental
Conversaciones con Rodrigo Rato - La pantalla mental (Radio Diversidad)
lunes, 24 de marzo de 2025
Conversaciones con Rodrigo - Aceptarnos sin juzgarnos
sábado, 22 de marzo de 2025
Simple, claro, falso
Rodrigo Rato
23 de marzo de 2025
viernes, 7 de marzo de 2025
Saturación legislativa
Rodrigo Rato
7 de marzo de 2025
¿Hemos llegado 250 años más tarde a tener que preguntarnos si el gobierno del pueblo es posible con tantas asambleas? Mi opinión es que no.
Dos personas tan distantes y distintas como Elon Musk, sudafricano nacionalizado norteamericano, y Mario Draghi, italiano, en un plazo de semanas han planteado la necesidad imperiosa de reducir la regulación y la burocracia. El primero, industrial y tecnológico, al parecer el hombre más rico del mundo, ha planteado rescindir miles de contratos de funcionarios del Gobierno federal norteamericano; el segundo, aumentar el gasto público en la Unión Europea en 800.000 millones de dólares por año. Same, same,but different.
Los dos apelan a reducir la regulación. Característicamente, uno es norteamericano y el otro europeo. El plan de Musk ha comenzado lleno de dificultades, con el objetivo inmediato de reducir más de 10.000 funcionarios. El informe Draghi ha dado lugar a otro informe Von der Leyen, pese a que el italiano cifra el coste de la regulación en la UE en 130.000 millones de euros.
Independiente de la indiscutible relevancia personal e intelectual de los dos, su denuncia del exceso de regulación no es nueva. Ganaderos de Castilla y León, pequeños empresarios catalanes, la patronal de la construcción alemana, la asociación europea de coches, o la del acero llevan años advirtiendo de la casi imposibilidad de hacer negocios en Europa. Cómo será la cosa que Christine Lagarde y Ursula von der Leyen, ambas líderes de grandes burocracias, han firmado un artículo en inglés denunciando "el riesgo existencial" al que se enfrenta la UE. Frase ya utilizada por Draghi en su informe. Como reacción a Trump, la Comisión ha anunciado que va a anular decenas de normas, eso sí con base en una nueva.
Para que no falte nada, la revista The Economist ha dedicado un número reciente al tema. Pone de relieve que en Norteamérica se dedican 12.000 millones de horas por año al cumplimiento de las normas federales, lo que genera 140.000 millones de formas. En España se añaden 8.000 nuevas normas al año, procedentes de todos nuestros parlamentos y un total de 125.000 leyes en vigor, según fuentes jurídicas. Es más rentable comprar un autobús nuevo en Málaga que trasladar uno usado desde Cataluña, según fuentes del sector. El llamado Pacto Verde europeo requiere más de 70 leyes nuevas, cuando ya cabe preguntarse si queda algo por regular en Europa. Para colmo, la propia UE va a declarar exentos de su tasa exterior al carbono a más del 80% de los afectados. ¿No sería más lógico abolirla?
Poder real vs poder ciudadano
Cuando a finales del siglo XVIII los revolucionarios norteamericanos y franceses establecieron sus respectivas asambleas, eran la contraposición al poder real frente al de los ciudadanos. En España lo hicimos en Cádiz en 1812. Casi toda Europa se pasó el siglo XIX en luchas para hacer a la democracia y el parlamentarismo triunfar. Realmente, hasta mediados del siglo XX no triunfaron los parlamentos democráticos. En la península ibérica hasta los años 1970.
Pero en muy poco tiempo, cada pocos cientos de kilómetros en Europa y Norteamérica, incluido Canadá y México, hay una asamblea legislativa plenamente operativa todo el año. Sólo conozco el caso de una responsable regional, la española Dolores de Cospedal, que plantease reducir los meses de trabajo de la Asamblea de Castilla-La Mancha. No triunfó, desde luego, bajo el argumento que menos asambleas es menor democracia.
¿Hemos llegado a la saturación legislativa? Eso parece cuando los ganaderos declaran que no son los impuestos, ni los precios, ni los lobos, los que les obligan a cerrar, sino el exceso de regulación. Además, muchas normas afectan al mismo supuesto de manera distinta. El fin de la seguridad jurídica que requiere saber que conducta concreta es exigible en cada caso. Donald Trump en su primer mandato prometió quitar dos regulaciones por cada nueva aprobada. Fracasó. La pregunta es si un parlamento abierto es capaz de no regular. La respuesta es no.
Cada vez que sucede algo malo, los políticos prometen una ley nueva para hacer imposible que vuelva a suceder. A lo que hay que añadir una distinta por cada parlamento existente. ¿Hemos llegado 250 años más tarde a tener que preguntarnos si el gobierno del pueblo es posible con tantas asambleas? Mi opinión es que no.
Nuestros antepasados medievales tenían también asambleas por cada reino. Pero aquellas sólo aprobaban los gastos e impuestos que demandaba el rey respectivo. Estaban abiertas unos meses. ¿Podrían la mayoría de las actuales sólo discutir presupuestos y controlar a sus correspondientes gobiernos? Eso quizás no daría para vivir sin otro trabajo, y desde luego sin un asistente. Es una tontuna sólo pensarlo. Musk y Draghi lo tienen imposible. Nosotros también. Ningún parlamento existente dejará de legislar ni un solo día.
Pero quizás nos den el silencio positivo generalizado, la responsabilidad patrimonial automática de la Administración, la valoración real de dilaciones indebidas, la prohibición con multa de pedir los papeles que ya tienen, el fin de la cita previa, la calificación de delito flagrante por faltar a la verdad a sabiendas en el ejercicio de una actuación pública y cosas así. Sí es posible a nivel europeo, por si acaso, para tenernos un poco más contentos. Nos lo merecemos.
jueves, 13 de febrero de 2025
jueves, 30 de enero de 2025
Guerras y fronteras
Rodrigo Rato
31 de enero de 2025
Quizás no siempre lo tenemos presente, pero todas las guerras acaban con cambios de las fronteras. El perdedor cede territorio, el ganador lo contrario, pero también países terceros pueden beneficiarse. Estos cambios de fronteras pueden ser definitivos o no, en este caso son la simiente de una próxima guerra. Con flagraciones grandes o pequeñas, mundiales o regionales, la ganancia o pérdida de territorio define los resultados para los países enfrentados. Siempre ha sido así. Hoy lo será también.
En las dos guerras actuales más seguidas por la opinión pública todo apunta que se cumplirá el precedente. Ucrania perderá territorio, Israel lo ganará. Esto ya lo sabemos. Para empezar, la guerra en Ucrania empezó por una invasión rusa, que había sido precedida por la anexión de Crimeaen 2014, junto con una guerra en las cuatro regiones ahora anexadas. Sin embargo, el motivo principal esta vez no era solo aumentar territorio a las zonas de población de habla rusa, sino sobretodo evitar la incorporación de Ucrania a la Unión Europea y a la Alianza Atlántica. En estos extremos no es claro que Rusia resulte ganador, de momento al menos.
Efectivamente, en esta guerra de momento la OTAN ha incrementado territorio. Finlandia, Suecia y el mar Báltico eran territorios neutrales antes de febrero del 2022. Hoy son territorio OTAN. Rusia tiene ahora más de1.500 kilómetros de frontera con la Alianza que antes no tenía. A lo que hay que añadir un considerable aumento en gasto militarpor parte de la Unión Europea, que acaba de anunciar 500.000 millones de euros adicionales en los próximos años, a los que tendrán acceso empresas norteamericanas, que ya se beneficiaron de la venta de gas perdido por Rusia. Un ganador claro de lo sucedido hasta ahora.
Todo esto hace muy complejo el final estable de esta guerra. Por un lado no es fácil que Ucrania recupere mucho territorio ahora ocupado por Rusia. En estos momentos son estos últimos los que están avanzando con clara superioridad en el número de tropas y en la capacidad aérea de ataque. Como hace 60 años en Vietnam, Estados Unidos ha aplicado el concepto de guerra limitada, con los mismos resultados. La Unión Europea ha seguido esa misma estrategia.
Por otro lado, resultaría muy difícil para la UE aceptar una capitulación total ante Rusia, independiente de lo que pretenda la nueva Administración de Trump. Tampoco será fácil para Rusia aceptar una Ucrania más pequeña pero dentro de la UE y mucho menos dentro de la OTAN, quedándose a cambio con unos terrenos devastados, que en parte ya controlaba antes de 2022, una eco nomía duramente castigada y con más de700.000 bajas entre muertos y heridos. El esfuerzo económico ha situado su gasto militar en el entorno del 8% de su producción nacional, que le genera inflación y devalúa el rublo, a lo que hay que añadir una creciente dependencia de China. No es fácil anticipar un final estable y constructivo a esta guerra, aparentemente con los dos contendientes peor que al comienzo.
Al otro lado del Mediterráneo, Israel ha ganado militarmente en los tres frentes: Gaza, Líbano e Irán. Esta guerra con un ataque de Hamás, en una situación próxima a la asfixia de los dos territorios palestinos. Ahora esclaro que Israel ocupará una parte adicional de Gaza y de Cisjordania, que acabará con nuevos asentamientos judíos. La viabilidad material de un Estado Palestino se ha reducido, con más del 80%de la infraestructura en Gaza destruida, sin perspectivas de recuperación. La pretensión de tropas internacionales en esos territorios para garantizar la convivencia resulta de momento una quimera, que ni siquiera los países del Golfo contempla
En el Líbano, es posible que Hizbulá sobreviva como ente político. Otra cosa será su capacidad militar. Israel mantendrá una presencia en ese territorio que antes no tenía y una posible influencia política en el Líbano, no distinta de la que durante años tuvieron Siria e Irán. Este último no ha perdido territorio, pero sí sus más importantes aliados: Hamás, Hizbulá y Siria. Veremos qué les pasa a los iraníes, chiitas, rodeados de sunitas y una economía comatosa.
Israel además ha reaccionado a los recientes cambios en Siria aumentando su ocupación, incluso más allá de la zona desmilitarizada. Así, no hay duda de quién ha ganado y perdido en esta guerra. Otros jugadores como Turquía, los kurdos e incluso Arabia Saudí, todos ellos más o menos enfrentados a Irán, pueden ganar algo con la nueva Siria, que nadie sabe si será viable o no. Rusia no ha podido jugar un papel en estos acontecimientos, un coste más de su aventura en Ucrania.
Por desgracia, el pueblo palestino es el gran perdedor una vez más, con Tel Aviv victoriosa y más nacionalista que nunca. El riesgo es una situación ingobernable en los Territorios Palestinos. Aunque queda por ver si eso no es lo que se busca para producir un éxodo masivo, que afectaría sobre todo a la UE, que carece de relevante influencia en la zona. Al contrario que en Ucrania, Israel ha actuado sin límites desde sufrirel ataque del 7 de octubre de 2023. El respaldo norteamericano tampoco los ha tenido.
El único pasivo será el prestigio internacionaldel Estado judío. Pero como decían los romanos «¡Ay del vencido!»