jueves, 18 de marzo de 2021

¿Guerra fría, qué guerra fría?

Rodrigo Rato 
19 de marzo de 2021 

                                                                                                                             

Desde 1948 hasta 1989 el mundo fue un campo de batalla, más o menos cruento, entre dos imperios pero también dos modelos políticos y económicos opuestos: el soviético y el norteamericano. Casi todos los países tenían relaciones diplomáticas con ambos, pero una gran cantidad estaban alienados en la confrontación por alianzas militares y de seguridad. No cabían demasiados juegos a dos manos. Las cuestiones económicas eran secundarias a las ideológicas, con el firme convencimiento del bando norteamericano, Occidente, que la libertades políticas y económicas acabarían haciendo a los ciudadanos del otro bando a obligar a sus Gobiernos a cambiar. Los ciudadanos que podían abrumadoramente huían a los países occidentales. Prácticamente ninguno lo hizo en sentido contrario. En cierto sentido desde 1978, a la muerte de Mao Ze Dong, China aunque el mayor país comunista buscaba la prosperidad capitalista. “Da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones” fue la frase de Deng Xio Ping anunciando el más intenso cambio económico en la Historia.


La desaparición de la Unión Soviética tuvo entre otras consecuencias una consolidación del comercio mundial, la globalización, de la que China ha resultado ser la gran beneficiaria con más de 20 años creciendo al 10% anual acumulado. Con la antigua Guerra Fría está Globalización hubiera sido imposible. China dio al resto del mundo, primero mano de obra barata, luego ahorro casi ilimitado, y ahora millones de consumidores prósperos. Pero es y quiere seguir siendo un país totalitario, con un Partido Comunista omnímodo y un Estado que impone sus reglas en la política internacional, con graves ataques cibernéticos a otros muchos países. En la campaña electoral de Norteamérica de 2012, el candidato republicano Mitt Romei, identificó a Rusia como el adversario principal de Estados Unidos. En 2021 Republicanos y Demócratas solo coinciden en una cosa: que China es su adversario.


Banqueros, industriales, compañías tecnológicas, de consumo, fabricantes de coches, agricultores y ganaderos norteamericanos, todos y más, comercian con China y quieren aumentar sus compras y ventas. El déficit comercial norteamericano con China aumentó bajo Donald Trump, quien le impuso severas sanciones comerciales. El Estado chino tiene más de 1 billón de dólares de deuda de EEUU. Pero no solo ellos China es el principal socio comercial de casi todos los países del mundo, que buscan atraer a sus inversores o a sus turistas y consumidores. 300.000 jóvenes chinos estudian en Universidades norteamericanas. Si hay guerra es distinta esta vez. Para empezar la economía mundial, desde luego la europea y la norteamericana, pero también la Latinoamericana, la del Sudeste Asiático, la australiana o la canadiense, no podrían resistir el hundimiento chino, y la mayor economía mundial en paridad de poder de compra. Todo ello sin estado de derecho, ni convertibilidad de su moneda. Tampoco ellos absorberían con facilidad la crisis de los demás, es más, en 1998 y en 2008 fueron imprescindibles en el sostenimiento de la economía mundial. En 2021 su gran economía será una de las dos locomotoras del crecimiento mundial, la otra EEUU.


Es difícil encontrar en la historia un ejemplo de tanta interdependencia y creciente enfrentamiento. Desde luego China quiere ser una potencia militar, ya lo es en términos regionales. Ningún país asiático puede competir militarmente con ella, lo que entre otras cosas está generando algo que había desaparecido con la anterior Guerra Fría, una carrera de armamentos, circunscrita a Asía pero innegable, en la que la nueva Administración norteamericana se ha comprometido seriamente. Desde hace más de 10 años el Gobierno chino ha aumentado sus préstamos a otros países, con una cartera mayor que el Banco Mundial, y de la Nueva Ruta de la Seda financiando infraestructuras en todos los continentes. Venezuela pero también Pakistán o Myanmar, Etiopía tienen grandes deudas con ellos. En muchos sentidos China no es un país expansionista pero tiene mentalidad y anhelos imperiales, probablemente inevitables dado el tamaño de sus intereses. Sus prácticas de ataques cibernéticos pueden acabar con un único sistema de internet como hoy lo cocemos, su poco respeto a la propiedad intelectual es la mayor amenaza al comercio mundial en una economía cada vez con más inversión intangible.


La nueva guerra fría afecta de lleno a la globalización basada en la interdependencia y la búsqueda de eficiencia, para buscar independencia y autosuficiencia, sobre todo en los avances tecnológicos: 5G, semiconductores, Inteligencia Artificial, biogenética, donde las consideraciones de seguridad nacional son ahora prioritarias. Una guerra pero compartiendo consumidores, inversores y turistas es quizás más un mundo anterior a 1914.

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